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DEFENSA DE LA SOBERANÍA NACIONAL EN SUDCALIFORNIA

El 30 de septiembre de 1996 fue inaugurado en el Museo Nacional de las Intervenciones (exconvento de Churubusco, D. F.) el espacio museográfico dedicado a “La Defensa de la Soberanía en Baja California Sur”, como parte de la sala de Intervención Norteamericana 1846-1848, donde se explica por qué México perdió Texas, hecho que propició la declaración de guerra de los Estados Unidos contra nuestro país, que opuso la resistencia en el norte, noroeste, occidente y centro, al final de lo cual perdimos más de la mitad de superficie territorial, incluida la Mesilla que fue el último desmembramiento del inmenso legado que recibió el México independiente de las antiguas posesiones novohispanas.
En ese espacio museístico quedó expresada, mediante objetos, imágenes y documentos, la defensa que hicieron los sudcalifornianos para repeler a su enemigo desde los inicios de la invasión, incluso frente a la debilidad y el evidente colaboracionismo del gobierno local jefaturado por el coronel Francisco Palacios Miranda.
Es cierto que hubo registro de otras expresiones de apoyo al agresor por parte de algunos residentes de la parte sureña de lo que es hoy es Baja California Sur, pero fue mayor el activo nacionalismo de los sudcalifornianos que acosaron y sitiaron constantemente a los norteamericanos, al grado de que éstos perdieron en Mulegé la única batalla de su injusta guerra el 2 de octubre de 1847; esto es lo que no terminan de reconocer aún los historiadores mexicanos.
Alrededor del 10 % de los hijos de Baja California Sur (hombres y mujeres), apoyados por yaquis enviados de Sonora, defendieron la soberanía nacional en varios puntos de la geografía sudpeninsular; si este mismo porcentaje hubiera rechazado a los estadounidenses en el resto del país, otro distinto hubiese sido el resultado.
Junto a los patriotas anónimos aparecen entonces encabezando la defensa Manuel Pineda y Vicente Mejía en Mulegé y posteriormente en el sur, los curas Vicente Sotomayor en San Ignacio y Gabriel González en Todos Santos, Mauricio Castro y José Antonio Mijares en San José del Cabo, José Matías Moreno en Comondú y muchos más.
El tratado de Guadalupe, que dio fin al conflicto, fue suscrito por ambas partes el 2 de febrero de 1848, pero en la península los mexicanos continuaron hostilizando a los intervencionistas hasta poco antes de su salida el 1 de septiembre siguiente, llevando consigo a más o menos trescientos nacionales que se habían adherido a la causa de los extranjeros y comenzaron a sufrir el abierto repudio de sus compatriotas.
La lección que de esos acontecimientos nos queda en el presente es del indudable mexicanismo que ha prevalecido en el espíritu del pueblo sudcaliforniano a pesar de muchos factores, entre ellos la distancia, la desatención y el escaso apoyo que durante mucho tiempo ha debido enfrentar del resto del país.
El afán de sostener la soberanía nacional en este suelo continúa en pugna con aquellos que quisieran verlo entregado a un mercantilismo apátrida, como es el caso de promotores que sin pudor emplean la expresión de “vender a México” al costo que sea.
Lucha de contrarios que, sin embargo, ha permitido conservar a Sudcalifornia siendo mexicana.
Aún...