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Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, por Bernal Díaz del Castillo, ed. Porrúa (colección “Sepan cuantos..., 5), México, 1974.
(Primera de cuatro partes)

De esta obra del cronista por excelencia de la conquista de México, se halla, para la historia de California, una interesante referencia dentro del capítulo doscientos que será transcrito aquí en cuatro partes, con la certeza de que quien se interese en las cosas del pretérito californiano disfrutará de un atractivo y ameno a más de muy importante material.
“Quiero decir ahora cómo en el mes de mayo de mil quinientos y treinta y dos años, después que Cortés vino de Castilla, envió desde el puerto de Acapulco otra armada con dos navíos, bien abastecidos con todo género de bastimentos y marineros, los que eran menester, y artillería y rescate, y con ochenta soldados, escopeteros y ballesteros, y envió a descubrir por la costa del sur, a buscar islas y tierras nuevas, y la causa de ello es porque... así lo tenía capitulado con los del Real Consejo de Indias cuando su majestad se fue a Flandes.
“Y volviendo a decir del viaje de los dos navíos, fue que yendo el capitán [Diego] Hurtado [de Mendoza], sin ir a buscar islas ni meterse mucho en la mar ni hacer cosa que de contar sea, se apartaron de su compañía, amotinados, más de la mitad de los soldados que llevaba de un navío, y dicen ellos mismos que, por concierto que entre el capitán y los amotinados se hizo, fue darles el navío en que iban, para volverse a la Nueva España...
“Y ya que daban vuelta les hizo el viento contrario y les echó en tierra, y fueron a tomar agua y con mucho trabajo vinieron a Jalisco y desde allí voló la nueva a México, de lo cual le pesó mucho a Cortés. Y Diego Hurtado corrió siempre la costa y nunca se oyó decir más de él ni del navío, que jamás apareció.”
“Quiero dejar de decir de esta armada, pues se perdió, y diré cómo Cortés luego despachó otros dos navíos que estaban ya hechos en el puerto de Tehuantepec, los cuales abasteció muy cumplidamente así de pan como de carne y todo lo necesario que en aquel tiempo se podía haber, y con mucha artillería y buenos marineros y setenta soldados y cierto rescate, y por capitán general de ellos a un hidalgo que se decía Diego Becerra de Mendoza...; y fue en el otro navío por capitán u Hernando de Grijalba, y este Grijalba iba debajo de la mano de Becerra; y fue por piloto mayor un vizcaíno que se decía Ortuño Jiménez, gran cosmógrafo.”
“Y Cortés mandó a Becerra que fuese por la mar en busca de Diego Hurtado y que, si no lo hallase, se metiese todo lo que pudiese en mar alta y buscasen islas y tierras nuevas, porque había fama de ricas islas y perlas.”
“Y el piloto Ortuño Jiménez, cuando estaba platicando con otros pilotos en las cosas de la mar, antes que partiese para aquella jornada, decía y prometía de llevarles a tierras bien afortunadas de riquezas, que así las llamaban, y decía tantas cosas cómo serían todos ricos, que algunas personas lo creían....”
(Próxima semana: primeros europeos en California a consecuencia de un motín durante esta expedición.)