LIBRERÍA


Urbe, campiña y mar, por Leopoldo Ramos Cota, 1932.

El primer libro de poemas es la mejor obra del poeta triunfeño, “cuyos versos recorren las bellezas del mar Bermejo y el hechizo de los valles sonorenses... Expone con fervor el peligro inminente de que Baja California caiga en las redes del colonialismo norteamericano”, dice Armando Trasviña Taylor en su libro La literatura en Baja California Sur.
De la vasta producción de Ramos seleccionamos esta “Aria de los caminos viejos”:

El alba se diseña
con gesto de plegaria bajo un tápalo,
y una dulce honradez de enhorabuena
saluda en las veredas a mi paso...

No vuelvo a ti, mi amada, por el viejo
camino; está borrado por la espera.
Mis prisas inventaron el sendero;
pero ha soplado el viento
hasta cubrir con polvo de la sierra
la imagen desasida de mis huellas...

Saben, también, vengarse los caminos:
si no se les remira como a una mujer,
se desdibujan en olvido...

Como amigos que agitan
sobre sus nobles frentes una toca,
los árboles reciben
de mi volver la contenida angustia,
con su breve vorágine en la copa...

Y al hundir mi ansiedad entre los claros
de tu huerta vestida de memorias,
¡Qué deseo tan vivo en la conciencia
de tomar mi azaroso desengaño
como se toma a un padre, de la mano,
y desandar con él toda la senda...