APRECIACIONES: VOCACIÓN Y POLÍTICA



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ACTUALIDAD

SILVIA MOLINA EN EL ÁGORA DE LA PAZ

Silvia Molina nació en la ciudad de México, estudió antropología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM.

Realizó estudios de posgrado en Literatura Prehispánica y perteneció al seminario de Traducción de Documentos en Náhuatl en el Instituto de Investigaciones Históricas de la propia Universidad Nacional.

Fue productora de libros especiales en editorial Promexa, directora editorial del Centro de Información y Desarrollo de la Comunicación y la Literatura Infantil (CIDCLI) y ediciones Corunda. Ha dirigido talleres de creación en Difusión Cultural y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde impartió las materias de Literatura Mexicana y Redacción durante varios años.

Actualmente es presidenta del Seminario de Cultura Mexicana, y fue invitada por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura así como por la corresponsalía del SCM en La Paz, con la finalidad de que ofreciera una charla sobre lecturas para niños en la cual la escritora es experta y por cuya labor ha recibido buena cantidad de reconocimientos.

Una nutrida asistencia disfrutó la amena charla de la expositora en el Ágora de La Paz la noche de este viernes 8 de julio, al final de la cual hubo preguntas y comentarios del público mayormente integrado por maestros, bibliotecarios, promotores de lectura, padres de familia y en general personas interesadas en la fértil tarea de sembrar en los niños el gusto por los libros.


En el mismo sitio de la conferencia fue montada una muestra de títulos producidos por el ISC en materia de literatura hecha por y para niños; algunos de los volúmenes fueron obsequiados a la señora Molina y otros más adquirieron varios de los presentes. 

HISTORIA

AQUEL DÍA NOS QUEDAMOS SIN SOL

Este 11 de julio se cumple un cuarto de siglo del día en que ocurrió, en esta y otras varias partes del hemisferio occidental, un eclipse de Sol.

Alrededor de este fenómeno estrictamente natural se produjo todo un movimiento cultural y turístico. Si nos atenemos a la definición clásica de que “cultura es todo lo que el hombre agrega a natura”, tuvimos que admitir como perteneciente al campo cultural todo aquello que vimos suceder con motivo del fenómeno astronómico.

Habría que empezar señalando que la concurrencia de la propia ciencia astronómica fue de por sí uno de los ingredientes culturales del acontecimiento, posiblemente el más relevante, con todo su acervo teórico, de científicos y aficionados e instrumentos.

Participaron lateralmente otras instancias culturales: el gobierno por conducto de sus diversos sectores (turismo, educación, seguridad, servicios públicos, entre los principales), los empresarios (hoteleros, restauranteros, comerciantes, etc.) y la sociedad civil, de muy diversas maneras. Por su lado, la reorganización, la coordinación y la administración constituyeron otros factores culturales básicos en el asunto.

Por supuesto también el arte (ámbito esencial de la cultura) estuvo presente en ocasión del acaecimiento, en forma de diseños e impresiones para prendas de vestir y recuerdos de índole variadísima, en obras plásticas objetos de exposición, en la música, el teatro, la danza y la literatura, con algunas diferencias de intensidad.

Por su parte, la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM aceptó la invitación del gobierno sudcaliforniano para llevar a cabo el proyecto “Siete minutos sin Sol”, destinado a “resaltar el cúmulo de elementos estéticos que el eclipse, por sí mismo, es capaz de generar”, considerando que de éste “irradiarán imágenes que difícilmente serán reproducidas por los lineamientos de la ciencia.”

El gobernador Víctor Manuel Liceaga aludió al eclipse como “el más importante del siglo por la gran cantidad de personas que podrán admirarlo. El estado de BCS, estadísticamente tiene las mayores probabilidades de observación por su cielo despejado de nubes en este tiempo. Nos interesa que el turismo que nos visite disfrute de su estancia y se vaya con el deseo de regresar. La afluencia será en cantidad y en calidad. Los más eminentes astrónomos, científicos y aficionados a la observación solar estarán entre nosotros. Compartamos la hospitalidad proverbial con la responsabilidad común...”

   El acontecimiento celeste estuvo precedido por un amplio programa de actividades desde el 27 de junio de ese año en toda la entidad; consistió en ceremonia de cancelación del timbre postal conmemorativo, sorteo de la Lotería Nacional y verbena popular, torneo internacional de pesca, juegos recreativos, obras de teatro con referencia al tema, impresos, conferencias, transmisiones de radio, tareas en las bibliotecas, exposiciones, desfile de carros alegóricos, conciertos de música, festival de danza, muestra gastronómica y otras más. Es decir que todos nos sentimos vinculados a la celebración astronómica, al tiempo que se instalaba el campamento científico internacional en el campus de la universidad estatal, aparte de otros muchos esparcidos por todo el territorio sudcaliforniano.

   Las autoridades, los científicos y los maestros insistieron constantemente en que la población debería tomar las precauciones adecuadas a la observación del suceso, bajo el lema: “Ni al Sol ni a la muerte hay que mirar de frente.”

   Aquel jueves 11 de julio de 1991, la Luna, en su recorrido periódico alrededor de la Tierra, se colocó exactamente en línea recta entre el Sol y nuestro planeta. Además, la Luna también estuvo casi en el perigeo de su órbita alrededor de la Tierra, que es decir casi en su distancia más cercana a nuestra morada en el sistema Solar.

   En su recorrido por la República Mexicana, la sombra de nuestro satélite natural pasó por 21 estados; BCS fue el primero y Chiapas el último.

   En la península bajacaliforniana, la sombra lunar (la Umbra) entró a las 11:43 y 23 segundos y salió por Cabo Pulmo a las 11:57 con 12 segundos.
 
   En la capital de BCS, la totalidad empezó a las 11:47 y 26 segundos, y la duración total fue de 6:26 minutos.

   Todo ello hizo memorable para siempre el breve ocultamiento solar en Baja California Sur, y lo recordamos ahora, tantos años después como si fuera ayer, que veinticinco años no es nada...