ESPACIOS, NÚM. 11



La serie "Sudcalifornia, nuestra historia", puede conocerse en el sitio
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ACTUALIDAD

LOS TOPES SON TERCERMUNDISTAS

         Efectivamente: la colocación de topes en las calles de la ciudad, y en las carreteras, es anuncio inconfundible de subdesarrollo tercermundista y constituye una violenta agresión a la dignidad, la inteligencia, la educación, la paciencia y la economía de los conductores de automóviles y, en términos más amplios, a la población entera.

         Agresión a la dignidad, porque es flagrante falta de respeto, por parte de la autoridad municipal, someternos al golpeteo feroz que producen en el carro y sus ocupantes esos estorbos en la vía pública.

         A la inteligencia, al asumir sin más consideración que una analogía de espejo, que los automovilistas formamos una colectividad de retrasados mentales, y por ello incapaces de entender los requisitos de la convivencia en las arterias citadinas.

         A la educación, en vista de que los administradores de nuestra vida en común expresan así su desconocimiento de los niveles formativos que ha alcanzado la sociedad (de la que ellos parecen no provenir), y que la hacen competente para cumplir normas de tránsito. Es de creerse que bastaría con fijar advertencias claras, comedidas y visibles. Pero ellos no lo creen, por supuesto.

         A la paciencia, porque en el reciente trienio se han multiplicado inusitadamente tales conjuntos de semiesferas metálicas y barras horizontales, al grado de que parece también bloqueada la imaginación, de quienes toman estas determinaciones, para solucionar asuntos de vialidad.

         A la economía, pues de esta práctica resulta el deterioro de partes muy sensibles y costosas del vehículo, el tripulante y sus pasajeros, como se halla bastantemente demostrado. Y ellos lo saben... O deberían saberlo.

         A la población entera porque todos, en mayor o menor medida, hemos de padecer dispositivos de naturaleza tan molesta, autocrática y absurda.

Algo más: “Un estudio elaborado por el Centro de Investigaciones de la Atmósfera de la UNAM, a petición de la Secretaría de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal, reveló que los topes en la ciudad provocan que los vehículos emitan 10 veces más emisiones contaminantes de Dióxido Carbono (CO2) al año, que si no se hubieran detenido.” (La Crónica, 17 de julio de 2014.)

Ante tal maniática propensión a colocar topes en todas partes, no puede uno dejar de pensar que, por eso, a alguien le está engrosando la cuenta de cheques. Por concesión o comisión, vaya usted a saber; la contraloría se encargará de dilucidarlo cuando termine este trienio, especialmente si el nuevo ayuntamiento proviene de otro partido.

En todo lo dicho hay evidencia inequívoca de una severa impercepción política de quienes deciden y autorizan el referido tipo de atropellos (peor de los que pretenden evitar), lo cual agrava la irritación general, que aun en su estado actual ya debería preocuparlos.


Algunos ciudadanos hemos decidido votar, en los próximos comicios para la renovación del poder municipal, por el candidato a presidente que se comprometa a eliminar de la vía pública esos perniciosos obstáculos, dentro de sus primeras acciones de gobierno. 

CRÓNICA

UNA FECHA, UN DOCUMENTO Y UNA TRADICIÓN

         El 5 de febrero de 1944, día de la fundación de la hoy Benemérita Escuela Normal Urbana de esta capital sudcaliforniana, pareciera ser fecha coincidente, por mera casualidad, con la del aniversario de la Constitución de Querétaro, promulgada en 1917.

         Ello lo aclaró públicamente, hace algunos años, la señora Carolina Escudero de Múgica en un acto en que la comunidad de la por entonces cincuentenaria institución recordó a su ilustre fundador, el general Francisco J. Múgica, quien en carácter de gobernador, comandante militar y delegado de Educación Pública del distrito Sur de la Baja California, dispuso que la nueva casa formadora de maestros fuese inaugurada el 5 de febrero de aquel año.

         ¿Por qué el 5 de febrero? Fue explicado aquella vez por la propia viuda del personaje, para quien "la fecha de más trascendencia en su vida era la del 5 de Febrero, pues estaba ligada a sus más caros ideales, cristalizados en la Constitución del ´17."

         Múgica fue jefe político de esta mitad peninsular de 1940 a 1945. Revolucionario excepcional y hombre de su tiempo, sabía que la educación y la cultura son sustentos insustituibles de desarrollo social.

          Por eso, entre otras varias realizaciones, fundó también la escuela de Música de La Paz, construyó el teatro de Todos Santos y trajo maestros de prestigio a servir a la gente que de tal modo cosechó frutos consistentes de las convicciones, las inquietudes y los afanes del egregio exiliado.

Después de haber gobernado con su proverbial talento y honradez a esta parte del país, presentó su renuncia ante el presidente Manuel Ávila Camacho, a petición de un distinguido grupo de sudcalifornianos, bajo la consideración de que este pueblo había alcanzado madurez cívica para que de su seno emergieran los ciudadanos capaces de dirigir el destino de esta tierra. Cumplió así con sus principios y se pasó a la lucha del Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS) por la autodeterminación de este pueblo.

Habla todo ello de vigor moral, de fuerza innovadora, de congruencia entre el querer y el pensar, el decir y el hacer; de impulso hacia el servicio a los demás. El resto es obra consecuente porque la semilla de los empeños del gran michoacano penetró en el suelo fértil del alma regional, del normalismo que florecía desde entonces en los cañaverales de Todos Santos y los datileros de San Ignacio; en la esencia magisterial de este pueblo, que se hace maestro a la menor provocación.

El acta fundacional es un sencillo pliego en que se declaró solemnemente inaugurada la nueva casa de estudios. La firmaron el propio gobernante, por supuesto, Abel Camacho Guerrero, un general Morales Sánchez, María Luisa Arámburo viuda de Alvarado, María Luisa Piñuelas, Margarita O. De Mena, Beatriz Flores, Ramona Agramont de Lizardi, Isabel Macías de Calderón, Laura Núñez, María del Carmen L. de Carballo, María Guadalupe Peña, Luis Rodríguez Chávez, Benito Beltrán Beltrán, Francisca G. De Amador, César Piñeda Chacón, Williams de Brerost, Concepción Casillas Seguame, F. García Wong, Susana Cota de Calderón, Ramona A. De Santana, Adelina Fiol de Geraldo, Claudia Núñez D., Susana D. de García, María del Pilar Dávalos, José Rosario García Sánchez, Martina G. de Delgado, Rufino Arnaut, Amparo Dávalos, Natalia Verdugo, Elisa E. viuda de León y Julio C. Beltrán.

Eran las 17:30 horas de aquel día en el teatro "Ángela Peralta" de la escuela secundaria "José María Morelos y Pavón", donde luego operó el cinema "La Paz", por Belisario Domínguez entre 5 de Mayo e Independencia.

Así, el incansable luchador, el revolucionario imponderable, el constituyente sin tacha, afirmaba su posición en la historia de México, ahora como gobernante que entregaba al país una escuela que más tarde se convertiría en pilar firme de su estructura educativa.

1946 vino a marcar una etapa decisiva en el porvenir de esa Alma Máter, pues fue designado para dirigirla el maestro Domingo Carballo Félix; él mismo colocó la primera piedra del edificio que en el ciclo de 1956-57 quedó en adelante al servicio de las generaciones de jóvenes que, hasta hoy, siguen llegando para prepararse en las tareas de la enseñanza.


         Francisco J. Múgica y Domingo Caballo Félix son, pues, dos figuras cuyas vidas paralelas se identifican en el anhelo de coadyuvar, modestamente pero eficiente y patrióticamente, a la consolidación de los empeños que construyen al México de nuestros días, a la Sudcalifornia de siempre.