CONMEMORACIÓN

SAN JOSÉ DEL CABO: ANIVERSARIO 286*

El 8 de abril de 1730 fue fundada en territorio pericú la misión de San José del Cabo, por el jesuita sevillano Nicolás Tamaral (1687-1734), quien previamente había fungido como ministro en La Purísima, junto con el padre visitador José Echeverría, cuya comisión se hallaba ejerciendo en California por esos días.

   El asentamiento original estuvo ubicado junto al estero, a pocos kilómetros de la costa, en el lugar que aún hoy es conocido como “La Misión”, pero hubo de ser cambiado, entre otras razones por la abundancia de mosquitos, a lo que ahora es el pueblo de San José Viejo; luego a Santa Rosa y finalmente a donde actualmente se halla la parroquia.

   “Al principio -dice el historiador josefino Pablo L. Martínez en su Historia de Baja California-, los indígenas se escondieron y no daban la cara a los recién llegados, no obstante que el capitán Esteban Rodríguez Lorenzo, en visita hecha al lugar el año anterior, había tenido oportunidad de ver gran cantidad de naturales.”

   Agrega que “inició el padre su obra de catequización en medio de mil esfuerzos y dificultades pues, como ya se ha hecho notar, estos pericúes de la región sur resultaron ser de los más renuentes a la penetración española.”

    El nombre de la nueva fundación fue impuesto en honor del marqués Joseph de la Puente y Peña, marqués de Villapuente, importante patrocinador de la obra jesuítica californiana, y se le añadió “del Cabo” para diferenciarla de San José de Comondú, que había sido erigida varios años antes.

   La misión de San José del Cabo adquirió enorme importancia estratégica ya que en ella era aprovisionado el galeón de Manila (o nao de China) de agua y alimentos frescos a casi al término de su travesía entre Filipinas y Acapulco con mercaderías de oriente.

   Motivo de disgusto permanente de la población indígena era la intromisión de la cultura euro-cristiana en sus hábitos, costumbres y tradiciones; uno de ellos era la poligamia, o sea el derecho de los hombres de convivir con dos o más mujeres. Por supuesto, la moral de la religión que se pretendía introducir era opuesta a tal práctica, y fue causa principal de la más vigorosa y larga insurrección de cuantas hubo durante toda la presencia extranjera en la Antigua California.

  Se inició el 1 de octubre de 1734 en la misión de Santiago donde se dio muerte al sacerdote poblano Lorenzo Carranco, y prosiguió a San José del Cabo antes de extenderse a todas las fundaciones californianas; en el segundo acto de ella fue sacrificado el padre Tamaral, dos días después, en Santa Rosa.


   La rebelión de los californios fue finalmente aplacada en 1736 con refuerzos yaquis traídos de Sonora al mando del capitán Bernardo Huidobro, a raíz de lo cual fueron construidos, en el sitio denominado Añuití en lengua indígena, el presidio o fortificación militar y el templo que conocemos en la actualidad, alrededor del cual creció la población josefina hasta nuestros días.