ESPACIOS: NÚM. 8

ACTUALIDAD

RAZÓN CONTRA SUPERSTICIÓN     

Las atrocidades del fanatismo, como los recientes y dolorosos homicidios en París, lejos de constituir casos aislados son casi una constante en el transcurso de la historia de la humanidad.

Los dirigentes de todos los credos, para arraigarlos en el espíritu del hombre los proveen de fuertes dosis de dogmatismo, que es fe ciega en una supuesta verdad, excluyente de la verdad de los otros, a quienes se considera enemigos y a los que, por tanto, hay que destruir o, por lo menos, perseguir.

Evitemos extrañarnos: esto ha ocurrido desde la noche de los tiempos en todas las creencias y posiciones de cualquier índole.

Con la pretensión de comprender, aunque lejos de siquiera insinuar justificación alguna, adelantemos que nuestros congéneres del llamado Oriente medio, donde se planean y preparan buena parte de los crímenes a que aludimos, tienen razones para sentir inquina hacia la parte occidental, particularmente por los Estados Unidos de Norteamérica y sus aliados europeos, a los que ven y sienten como enemigos históricos e irreconciliables en materias ideológica, cultural, económica… y militar, desde mucho antes de las cruzadas.

Además de la fe ciega en sus sacerdotes y líderes, los jóvenes mesorientales son reclutados a base de promesas de dicha y placer en el más allá, si mueren sacrificados en bien de la divinidad, en una certeza que deriva de las más oscuras y primitivas ideas de una inmortalidad indemostrable, así se hagan esfuerzos, siempre inconsistentes, por ilusionarnos con la continuidad eterna de la vida individual.

Pero el ímpetu juvenil da para eso y para más.

El asunto es complejo, mas puede pensarse que la respuesta inteligente a las agresiones del terrorismo debiera estar constituida por más bombardeos, pero con el fuego de la razón, que exploten y hagan su efecto bienhechor en los cerebros de las nuevas generaciones de esos países, inundando sus territorios con volantes, audiogramas, videograbaciones, conferenciantes clandestinos y todo vehículo de propaganda disponible, para convencerlos, mediante mensajes sencillos y breves, de que toda esa argumentación que les pide el sacrificio de sus vidas es falsa, que el martirio es inútil porque hay cosas mejores por las cuales vivir y luchar en este mundo, que podrá llegar a ser espléndido con el concurso de ellos mismos.

En tal propósito se podrá contar, sin duda, con la colaboración de las mujeres porque son ellas las que resultan siempre mayormente perjudicadas en ese intrincado universo de patrañas, odios y prejuicios.

Al mismo tiempo, el hemisferio occidental deberá revisar y mejorar su relación con el resto del planeta, en un ejercicio de expiación del cual resulte el convencimiento de trocar en generosidad y tolerancia la actitud arrogante y de muchas maneras inescrupulosa asumida hasta la actualidad, que tantos y tan graves daños le ha originado.


Probablemente así los exhortos místicos de aquellos dirigentes (a los que jamás se ha visto con petardos en la cintura) comenzarán a perder paulatinamente sus nefastos efectos y se logrará al fin, aunque sea a largo plazo, dar a ambos mundos la paz que se han negado desde que el miedo y la incertidumbre crearon la primera explicación sobrenatural, el primer régimen político, el primer sistema económico, la primera arma.

CRÓNICA

PLAN REVOLUCIONARIO DE EL TRIUNFO: 136 AÑOS

      Manuel Márquez de León es el héroe por excelencia de Baja California Sur; su vida sin mancha al servicio de México lo convierten en el paradigma del deber-ser sudcaliforniano, todo lo cual puede ser comprobado en el libro Grito de rebeldía, de Manuel G. Romero, contemporáneo del prócer, que tuve el agrado de preparar y prologar para el Archivo Histórico de esta entidad.

   Este hombre ilustre nació en el poblado minero de San Antonio el 5 de marzo de 1822, y creció en el pueblo de Todos Santos. A los 21 años de edad ingresó a la Marina de Guerra nacional; se encontraba de servicio en Mazatlán cuando estalló la guerra contra los Estados Unidos de Norteamérica, y recibió entonces dos ascensos por méritos en el campo de batalla.

   Terminada la guerra de 1846-1848 se retiró de las actividades militares para establecerse de nuevo en Todos Santos donde emprendió trabajos de agricultura, ganadería y comercio. En San Antonio explotó la minería, y en pocos años logró reunir una fortuna que gastó luego en servicios a la nación.

   En 1853 combatió con éxito al filibustero William Walker, a quien logró expulsar hacia el norte donde lo derrotó el patriota bajacaliforniano Antonio Meléndrez.

   Fue representante de su provincia ante el Congreso Constituyente de 1856-1857, pero no firmó la nueva Constitución por haber recibido antes comisiones militares en el noroeste del país.

   Contra el ejército de los conservadores organizó el batallón de infantería “Cazadores de California”.

   En 1861 fue designado gobernador de Sinaloa. Dos años más tarde, el presidente Juárez declaró el estado de sitio en ese mismo estado y nombró gobernador y comandante militar al coronel Márquez, quien se desempeñó en ese cargo hasta el 30 de abril de ese 1863.

   Luego se le concedió el grado de coronel de Brigada “por los buenos servicios que tiene prestados en la causa de la libertad.”

   Al término de la Intervención Francesa fue electo diputado por el V distrito de Sinaloa, hasta 1871. Se inconformó con la reelección del presidente Juárez y secundó el plan de La Noria para deponerlo. Luego apoyó el plan de Tuxtepec (contra Sebastián Lerdo de Tejada, sucesor de Juárez a la muerte de éste) y contribuyó al encumbramiento de Porfirio Díaz en quien veía al hombre que la nación necesitaba para su consolidación. Pero enseguida vio que su viejo amigo y compañero de armas pretendía tomar el poder indefinidamente.


   Ante esta situación, el Gral. Márquez de León lanzó el plan Revolucionario de El Triunfo el 22 de noviembre de 1879, cuyo movimiento no prosperó y obligó al patriota a emprender el destierro en los EUA. Amnistiado regresó a su patria y murió en la ciudad de México el 27 de julio de 1890. Sus restos mortales fueron reinhumados en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres, de La Paz, Baja California Sur.