EFEMÉRIDES DE LA SEMANA EN BCS

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ACTUALIDAD

DIVERSIFICAR

Quizá una de las urgencias mayores de Baja California Sur es la de diversificar su economía, y ello deberá estar contenido en los planes de desarrollo por diseñarse en las estructuras locales de gobierno, estatal y municipal.

   En las perspectivas cercanas y remotas de esta entidad federativa debe ya estar comprendido el impulso decisivo y creciente a la promoción de los sectores primario (producción de materias primas de toda índole resultantes de la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y minería) y secundario (transformación de la generación básica en productos con valor agregado por la mano del hombre y la tecnología en los procesos de industrialización), con pleno cuidado de la naturaleza y los criterios ambientalistas, pero desprovistos de trabas inmovilizadoras.

   La población de esta media península ha vivido sustancialmente hasta ahora del sector terciario, que es el proveedor de servicios: la administración pública, la educación, las fuerzas armadas y, más o menos desde la mitad del siglo XX, el turismo. En una economía casi monosectorial, pues.

   BCS debe crecer por su propia cuenta más allá de lo que le reditúa esta última actividad y de las dádivas que buenamente le concede el gobierno federal. Es humillante que para cualquier acción de mejoramiento, el gobernador y los alcaldes tengan que viajar constantemente a la capital de la República y emplear un tiempo valioso, que a todos nos sale tan caro, en salas de espera para, lisa y llanamente, pedir.

   Eso nos hace más vulnerables aún, junto a la poca densidad demográfica, las distancias de nuestra península al continente mexicano, la escasez de agua dulce y las sequías frecuentes, entre otros factores que impiden un desenvolvimiento a la par del resto del país.

   En tales condiciones muy poco se ha avanzado desde la transformación del régimen territorial al de estado de la federación; esto tenemos que aceptarlo con entereza y propósito de efectuar cambios esenciales de una economía de sobrevivencia hacia otra de verdadero desarrollo, con equilibrio intersectorial, eficiente y constante, sin asistencialismos humillantes, con productividad hacia el empleo y el consecuente bienestar de la gente, que debe ser objetivo último de toda política.

   El gobierno del Estado y los ayuntamientos sólo generan en la actualidad un porcentaje mínimo de sus requerimientos operativos. El resto ha debido financiarlo con la gracia federal y mediante un endeudamiento que cada vez más compromete desconsideradamente a generaciones de sudcalifornianos incluso aún nonatos. Esto es vergonzoso, como vivir de la caridad, con el nada honroso perfil de pordioseros.

   Lo dicho resulta a todas luces incongruente con la histórica actitud de dignidad de la sociedad regional. La autonomía política es, ante todo, emancipación financiera. Es impensable la libertad de acción en procuración de la prosperidad colectiva carentes de recursos propios, y ello será factible superarlo sólo en la diversificación sectorial de la economía, el aprovechamiento programático de nuestras disponibilidades humanas, naturales e industriales. Hacia una economía de valor agregado, diría Videgaray.

   La diversificación de los sectores productivos provocará el abatimiento del hambre, la pobreza extrema y la  desigualdad social, incrementando las disponibilidades pecuniarias de la gente para vivir mejor, y al erario para construir bienes y entregar servicios de mayor significación que hasta ahora.


   Las siguientes autoridades deben tomar conciencia plena de que limitarse a gastar el magro presupuesto, hacer obritas de consolación, endeudarnos más y “nadar de muertito” conducirá a empeorar la situación de dependencia plena que vive la comunidad estatal desde hace ya más años de los que ha merecido, por carencia de gobernantes visionarios, capaces de diseñar y emprender proyectos que rebasen sus periodos de encargo, de políticos talentosos, audaces, innovadores, mínimamente inteligentes, vaya, que acometan la tarea y pasen a la historia como constructores de la nueva Sudcalifornia.

CRÓNICA HUÉSPED

VISIÓN ITALIANA DE BAJA CALIFORNIA SUR

Por W. Michael Mathes*

Alfonso Dollero, viajero turístico, llegó a la ciudad de México en tren desde Nueva York en junio de 1907. Le acompañaron dos amigos, el ingeniero Armando Bornetti, de Roma, y el químico Arturo Vaucresson, procedente de Suiza. El grupo disfrutaba una larga y variada estadía en México, todavía en plena pax porfiriana, para conocer a fondo su pueblo, sus bellezas naturales, sus monumentos y la afamada  reciente transformación económica del país, y no volvieron a Europa hasta agosto de 1910, apenas un mes antes de la tumultuosa celebración del centenario de El Grito.

   Como muchos otros turistas que durante las últimas dos décadas del siglo XIX empezaron a utilizar el sistema ferrocarrilero para efectuar sus visitas, Dollero y sus acompañantes siguieron en este medio de transporte durante gran parte de su viaje, pero su desviación marítima a través del golfo de California a la península los distinguiría de los demás.

   Como resultado del viaje, Dollero preparó una guía comentada con un directorio, ampliamente ilustrado, titulado México al día (Impresiones y notas de viaje), impreso en París por la famosa editorial de la viuda de C. Bouret, de París y México. De 972 páginas, la obra detalla no solamente el viaje sino también información reunida sobre los lugares no visitados. En el caso de [la península de] Baja California [cap. XXII], su información es generalmente precisa [...]


* En Crónicas, Gob. del Edo. de BCS, La Paz, núm. 9, junio de 1992, págs. 39-40.