ESPACIOS, 5


         La serie Sudcalifornia: nuestra historia, puede verse en 
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ACTUALIDAD

EL MAGISTERIO DE JUÁREZ

En una carta del general Manuel Márquez de León a su amigo el presidente Benito Juárez, fechada el 6 de septiembre de 1866, le dijo:
                                                                                
   “Creo que a usted está encomendada la sublime misión de encaminarnos por el sendero de la moralidad; por eso mi más constante deseo ha sido, es y será verlo marchar al objeto con paso firme, arrollando todos los obstáculos que se opongan a la felicidad de México, sin que ninguna consideración humana le haga vacilar, que su justicia sea tan recta y sincera como los irrevocables juicios de quien emana.”

   El héroe sudcaliforniano, hombre recio, poco dado al elogio gratuito, y que bien conocía al ilustre zapoteco, enunció en este breve párrafo las tres prendas sobresalientes de don Benito: moralidad, firmeza y justicia, que sus contemporáneos y las generaciones actuales le reconocieron y le apreciamos porque las puso con generosidad al servicio de su patria.

   Es a ese Juárez de carne y espíritu al que recordamos este 18 de julio, en un nuevo aniversario de su muerte, en 1872.

   Es al Juárez polémico y controversial, no al Juárez de bronce, desdibujado por los discursos, a quien hay que ofrecer  homenaje de reconocimiento.

   Y le brindamos testimonio de valoración por lo que tiene de modelo de conducta para nosotros. 

   Por eso rechazamos la idea de que la fecha de su natalicio, y el 18 de julio (de su fallecimiento), sean los únicos días del año en que evoquemos la figura de Juárez, solamente porque las efemérides se hallan inscritas en la lista de conmemoraciones obligatorias.

   Nos oponemos al criterio de que al hablar de Benito Juárez estemos hablando de un cadáver.  Pocas figuras de nuestro pasado son ahora tan vigentes como él, como su magisterio en la elevada cátedra de la conciencia colectiva de este pueblo, como su lección cotidiana de reciedumbre, de ética civil incorruptible, de respeto irrenunciable a la ley, de lealtad a la República, de preservación a la soberanía nacional, de invariable compromiso con los principios, de fe en México por encima de coyunturas  políticas y económicas, de firmeza ante la adversidad, en fin, de todas las virtudes que aprendimos y sabemos aquilatar en el Gran Mexicano.
           
   Juárez es modelo de conducta, ejemplo de actitud decidida frente a las circunstancias, prototipo de cualidades cívicas, denuedo y constancia en la defensa y acrecentamiento de los más elevados valores de la nación, pero que reclama, a la vez, que los mexicanos de hoy y los hijos de los mexicanos de hoy abreven en la rica enseñanza de su vida, en un magisterio permanente que no debe ser embalsamado para su sola exaltación de cuerpo presente en celebraciones del calendario cívico.

   El magisterio de Juárez es infructuoso cuando no asumimos como propio el deber ciudadano de alcanzar esas virtudes; resulta estéril cuando enseñamos a nuestra juventud al Juárez con niveles de grandeza imposible de imitar, de estatura inalcanzable, de vigor sobrenatural.

   Es infecundo cuando, después de las ceremonias conmemorativas, vuelve cada cual a su tarea sin el ánimo de cumplirla mejor.

   El magisterio de Juárez ha de ser, entonces, más que memoria, fortaleza y unidad de los mexicanos, aliento a la honradez y el trabajo de los habitantes de este país, estímulo al empeño individual y colectivo en favor de los pequeños o grandes objetivos del hombre, la familia y la sociedad, empuje para aventajar las dificultades que se oponen al desarrollo con equidad.

   Del magisterio de Juárez nos queda la convocatoria para hallar en el esfuerzo la consecución de lo que queremos, porque las lamentaciones son sólo para quienes pierden lo que no han sabido defender.

   Nos queda también el exhorto de encontrar en nuestra propia fuerza la potencia que requerimos para continuar construyendo esta patria a la altura de nuestros proyectos, con la dimensión de nuestras mayores aspiraciones, con la inspiración del arquetipo de carne y espíritu en que se constituyó desde aquel 21 de marzo de 1806, y para siempre, Benito Juárez, Benemérito de América y Presidente Vitalicio de México.


Imagen: composición con retratos al óleo de M. Márquez de León (Bernardo Arellano, 2014) y Benito Juárez (Tiburcio Sánchez de la Barquera, 1858)

CRÓNICA HUÉSPED

Visita de Reina Isabel II a BCS, perdura en recuerdo de paceños*

Por Romel García Beristain                                                                                
La Paz, Baja California Sur.- Era un día cálido en 1983, con el cielo despejado, propio de los días de febrero, y en la mente de los paceños, entre ellos el fotógrafo Carlos Reyes Hernández, perdura el recuerdo de la visita a este puerto de la reina Isabel II de Inglaterra.
   "Rompió con todos los protocolos", señaló Reyes Hernández, en una charla con los reporteros de Notimex.
   Sentado en su estudio fotográfico en la avenida Jalisco, el fotógrafo de prensa, de 78 años de edad, no batalla para recordar cada detalle de esa visita.
   Ese día, Carlos Reyes recibió la orden-petición del entonces gobernador Alberto Andrés Alvarado Arámburo: alistar su equipo para la vista de la reina de Inglaterra, que arribaría la mañana del 22 de febrero al muelle antiguo, en el malecón de La Paz.
   La monarca desembarcó en el centro de la bahía y fue llevada en una lancha hasta el muellecito, remodelado a propósito de esa visita, para que los lugareños fueran testigos del inusual evento. Una reina, con toda su realeza, pisaba el suelo sudcaliforniano.
   "Bajó acompañada del príncipe Felipe", comentó Carlos, rememorando, con cierta emoción en su voz, el trajinar de la realeza, cómo la reina Isabel II saludaba de mano al mandatario estatal y a cada uno de los que acudieron a darle la bienvenida.
   Reyes Hernández, cámara en mano, registró a través del obturador cada uno de esos detalles. El momento era histórico, había que plasmar los detalles en papel, para que perduraran no sólo en la mente de los paceños, sino en los anales históricos de La Paz.
   Un total de 22 de sus fotografías forman parte del Archivo Histórico de La Paz, que revelan, uno a uno, los momentos que la reina Isabel II convivió con los paceños; "los niños fueron sacados de las escuelas para que testificaran esta visita", evocó.
   Las fotografías de Carlos Reyes detallan esa manifestación desbordada de los paceños, quienes acompañaron hasta la catedral a la soberana, quien, profesando el protestantismo, dejó a un lado el protocolo y llegó hasta el histórico y céntrico edificio.
   Para Carlos Reyes, que en su carrera de fotógrafo y desde que llegó a La Paz en 1970, le ha tocado vivir muchos momentos históricos, ninguno comparado con este de la visita de una reina, cuyo recuerdo perdura en su mente y en sus fotos.
   "Fue un día especial para todos nosotros", dijo con nostalgia, al recordar que los días previos fueron de mucha labor para los paceños. Se trabajó arduamente en la rehabilitación del pequeño muelle y en el histórico quiosco, emblema de La Paz.
   Las calles de la ciudad, ese 22 de febrero lucieron en plenitud: pocas veces se tenía a una soberana pisando el suelo sudcaliforniano, había que darle el mejor recibimiento, que se fuera impactada de esta visita.
   "Esperábamos que esa visita fuera el despegue de Baja California Sur, pero su despegue se demoró un poco más", evocó Reyes Hernández. No obstante, la visita de Isabel II representó un antes y un después de la capital sudcaliforniana.
   "Se han dicho muchas leyendas en torno a su visita, pero la mayoría son eso: leyendas", dijo Carlos.
   Lo que no es una leyenda, refirió el experimentado fotógrafo, es la impresión que se llevó la reina Isabel II cuando fue llevada a Laguna Ojo de Liebre, que ya había sido declarada como zona protegida, y pudo convivir con las ballenas.
   "Un señor de apellido Fisher, le dijo a la reina todo lo referente a la ballena gris, entre otros tema su apareamiento, en el cual es necesaria la presencia de otra ballena para su auxilio. La reina se fue maravillada con lo referente a la ballena", dijo.
   Luego de transcurridos 32 años de la visita de Isabel II, todas las tardes, especialmente los fines de semana, los habitantes de esta ciudad recorren el malecón en caminatas familiares; los que tienen más de 40 años aún recuerdan ese 22 de febrero de 1983.
   A los más jóvenes, cada vez que se detienen en el pequeño muelle o se pasean por el quiosco, se les narra la historia y quienes tienen acceso al archivo histórico conocen las imágenes capturadas por la lente de Carlos Reyes, fotógrafo de prensa.

(Ilustración: foto de Carlos Reyes Hernández.)


* El Sudcaliforniano. Lunes 29 de junio de 2015.