DOCUMENTO HUÉSPED

MANIFIESTO A LOS HABITANTES DEL DISTRITO SUR DE LA BAJA CALIFORNIA
o
PLAN DE LAS PLAYITAS

Californianos: La República Mexicana, con profundo disgusto ha visto que ni dos años completos pudo el pueblo ejercitar sus sagrados derechos restaurados por el Mártir de la Democracia, don Francisco I Madero, al derrocar la dictadura porfiriana, de más de treinta años, porque un golpe de estado, una traición vil del ejército que hacía alarde de lealtad, asesinó ignominiosamente a los jefes de la nación ungidos por la voluntad del pueblo, hundiéndolo de nuevo en una dictadura militar.
   Ésta, hija de la deshonra engendrada por el militarismo, ha venido a colocar a nuestra patria en el punto más vergonzoso que pudiera atribuirse a una república ante las demás naciones civilizadas, sacrificando infamemente, después del buen nombre de aquélla, millares de víctimas hermanas.
   Tal es nuestra situación, por manera que de esa traición incalificable han surgido los pretendidos gobernantes que actualmente imponen a su arbitrio sus despóticos mandatos, usurpando las instituciones y derechos de toda una nación. Así es que los buenos mexicanos, en quienes radique incólume el amor a la patria y el respeto a las leyes que nos legaron los Constituyentes, no debemos permanecer como simples espectadores de aquella acción atentatoria.
   La Baja California, y especialmente el distrito Sur en que habitamos, jamás ha sido indiferente a la por mil títulos censurable conducta del ejército, corrompido traidoramente por el sobrino del dictador, por Félix Díaz; pero las circunstancias especiales a que ha estado sujeta por la carencia casi absoluta de elementos para aprestarse a rechazar la imposición del mal gobierno y hacerse escuchar de los jefes del ejército, no permitía organizar medianamente siquiera, el movimiento a que hoy nos lanzamos con fe inquebrantable en Dios y en la justicia de nuestra causa, esperando su triunfo.
   Así pues, llevando por norma el cumplimiento del deber bajo todos conceptos y propuestos a cooperar a la restauración de nuestros principios democráticos, hoy atentatoriamente mancillados por los usurpadores, convocamos a todos los habitantes del distrito a quienes no tenga fascinados con su aliento el áspid del cientificismo porfiriano, a unirse a nosotros con sus elementos para reforzar cada día más al Ejército Restaurador Constitucionalista, y así unidos contribuir a la obra de restauración constitucional encabezada por los dignos y pundonorosos gobernadores de los estados libres y soberanos de Sonora y Coahuila, así como a las demás entidades que han secundado sus patrióticos procedimientos.
   Al efecto, interpretando el sentimiento general de los habitantes de este girón apartado de la República, declaramos a nombre de los mismos: que nos adherimos, adoptamos y sostendremos por medio de las armas el plan expedido en la hacienda de Guadalupe, estado de Coahuila, el 26 de marzo del corriente año, suscrito por todos los jefes y oficiales que militan bajo las órdenes del ciudadano Venustiano Carranza, jefe del Movimiento Restaurador del Orden constitucional en la República.
   Dicho plan dice en lo conducente: 1o. Se desconoce al general Victoriano Huerta como presidente de la República. 2o. Se desconocen también los poderes legislativo y judicial de la Federación. 3o. Se desconoce a los gobiernos de los estados que aún reconozcan a la actual administración treinta días después de la publicación de este plan. 4o. Para la organización del ejército encargado de hacer cumplir nuestros propósitos nombramos como primer jefe del ejército, que se denominará “Constitucionalista”, al ciudadano Venustiano Carranza, gobernador del estado de Coahuila. 5o. Al ocupar el Ejército Constitucionalista la ciudad de México, se encargará interinamente del poder ejecutivo el ciudadano Venustiano Carranza, primer jefe del ejército, o quien lo hubiere sustituido en el mando. 6o. El presidente interino de la República convocará a elecciones generales tan luego como se haya consolidado la paz, entregando el poder al ciudadano que hubiere sido electo. 7o. El ciudadano que funja como primer jefe del Ejército Constitucionalista, en los estados cuyos gobiernos hubieren reconocido al de Huerta, asumirá el cargo de gobernador provisional y convocará a elecciones locales después de que hayan tomado posesión de sus cargos los ciudadanos que hubieren sido electos para desempeñar los altos poderes de la Federación, como lo previene la base anterior.
   Firmado en Playitas de la Concepción, municipalidad de La Paz, distrito Sur de la Baja California, el 20 de junio de 1913.
   Por la Junta Revolucionaria de la Baja California:

   El presidente, Félix Ortega. El secretario, Simón E. Cota.