LA PAZ, PUERTO DE ILUSIÓN

ACTUALIDAD

          SOBRE CORRUPCIÓN


Parecería que la corrupción  es un invento mexicano, y hasta lo creímos. Pero no.

Lo que pasa es que el nuestro fue, eso sí, de los primeros países en sacarla de las cloacas a la luz pública y combatirla.          
         
La corrupción no constituye --contrariamente a lo que se piensa o se ha querido hacer pensar, por conveniencias específicas--  patrimonio privado de ninguna patria, doctrina ideológica o religiosa, partido, etnia o clase social. En todos sus nombres, formas y expresiones (cohecho, corruptela, chantaje, mordida, peculado, soborno, etc.) es, inexorable y desafortunadamente, mal endémico de la humanidad, pues se halla en algún gen del homo sapiens, ente zoológico finalmente.

Ello no la justifica, desde luego, ni consuela saber que es mal de muchos. Pero conviene dar una revisada, aunque sea somera, al asunto.

Buena cantidad de naciones del planeta descubrió, no hace mucho tiempo, que entre sus ciudadanos, del ámbito gubernamental y no, la corrupción es ejercicio cotidiano: Brasil, España, Estados Unidos, Italia, Japón, Perú, Venezuela, Bolivia, en estos días Guatemala casi al mismo tiempo que la asociación internacional de futbol (FIFA) y varias entidades más, iniciaron y llevan a cabo procesos contra personas descubiertas en manejos ilegales de dinero.

Así, pues, en tales lugares la corrupción no es propiamente novedad sino descubrimiento de una praxis cuyo origen se pierde seguramente en la noche de los tiempos y en el pasado de todos los pueblos.

No ha habido sistema económico o de gobierno que se salve, ninguno, hasta ahora, de ese género de contaminación ética que involucra tanto al corrupto o potencialmente corruptible, como al transcurso corruptivo y, obviamente, al corruptor.

El mecanismo de contención idónea a las nefastas consecuencias de tan execrable práctica resulta, al parecer, la aprobación y la correspondiente aplicación de disposiciones legislativas que impongan sanciones severas  a quienes sean incapaces de resistirse a las tentaciones de apropiación de los bienes ajenos, del erario, de las empresas y del vecino. Es decir, reprimir la impunidad.

El gobierno del presidente Peña Nieto ha enviado al respecto una iniciativa que esperamos pronto ver convertida en muro, freno o al menos limitación a un ejercicio que daña y cuesta mucho a la sociedad. Un estudio reciente del Semáforo Económico Nacional 2014 indica que la corrupción se lleva el dos por ciento del producto interno bruto mexicano, en lo que coincide la investigadora María Amparo Casar en “México: anatomía de la corrupción”.

Y debemos lamentar que en el ámbito sudcaliforniano haya registro evidente y cotidiano de casos de enajenación ilícita, oficial y privada, que es preciso detener. Confiemos para ello en las bondades y utilidad de la nueva ley, y de que nuestro voto el 7 de junio próximo la hará practicable.

Sólo agregaría la advertencia de evitar la mezcla o implicación del concepto de corrupción con el de política, ya que son mutuamente excluyentes. La política es manera de servir, no servirse, desde el poder público para lograr el bien general. La expresión “político corrupto” carece de realidad y congruencia: el corrupto es un delincuente, infractor, inmoral y antiético pero jamás llegará, por eso, a ser un político. Como digo siempre: al final la política nos salvará.       


Sea este párrafo último para reiterar que la corrupción debe ser excluida de la lista de inventos mexicanos, aunque nuestra república cuente  --desde ayer, ahora y en el porvenir, qué remedio--  con ejecutantes notables en todos los campos de su existencia. 

CRÓNICA

CARRANZA, SU ESCUELA Y BAJA CALIFORNIA SUR*

Comencemos nuestra intervención en esta tribuna escolar preguntándonos por qué hemos venido aquí a recordar que hace 95 años murió don José Venustiano Carranza Garza. Bueno, porque éste es un personaje histórico de nuestro país. ¿Y por qué es un personaje histórico?, pues porque inició una lucha para que se aplicara la justicia ante una traición y se reintegrara a México la dignidad usurpada.
   Vayamos por partes: Cuando triunfó la Revolución Mexicana fue electo presidente de la República el señor Francisco Ignacio Madero González, y gobernador del estado de Coahuila Venustiano Carranza.
   El señor Madero nombró como ministro de Guerra y Marina al general Victoriano Huerta, quien una vez con el poder militar se volvió contra el propio presidente, a quien mandó quitar la vida el 22 de febrero de 1913 en la capital de México, y por medio de artimañas legales logró que se le nombrara presidente de la República, para ocupar el lugar del señor Madero.
   Apenas un mes y cuatro días después del crimen, el gobernador Carranza encabezó la firma del plan de Guadalupe (llamado así porque fue redactado en la hacienda de Guadalupe, del mismo estado de Coahuila), por el cual se llamaba a los revolucionarios para volver a tomar las armas y quitar de la silla presidencial al general Huerta.
   A esa convocatoria respondió desde Baja California Sur el abogado Félix Ortega Aguilar, quien, junto con otros revolucionarios sudcalifornianos elaboró el plan de Las Playitas (en un rancho a pocos kilómetros al sur de La Paz), y combatieron a las tropas del gobierno huertista representado aquí por el cabo de la gendarmería Leocadio Fierro. Precisamente sobre él y los orteguistas hay una composición muy conocida, el corrido del cabo Fierro, que empieza diciendo: “Fue el 15 de mayo, el 15 de mayo, cuando el caso sucedió...”, etc. Bueno, pues esa composición habla de una batalla en La Ribera, del actual municipio de Los Cabos, en esa fecha de 1914.
    Como en BCS, la lucha en todo el país logró que se rindiera Victoriano Huerta y se encargara de la presidencia don Venustiano. Por instrucciones de éste, pronto se llevó a cabo en la ciudad de Aguascalientes la reunión de los revolucionarios, llamada “Convención de Aguascalientes”, para organizar la nueva situación del país, pero terminó por desconocer como presidente al señor Carranza y nombrar en su lugar a Eulalio Gutiérrez. Fue precisamente éste quien dio a Félix Ortega -afiliado ya al villismo- el grado de general y lo nombró gobernador de su tierra natal, donde llevó a cabo una ejemplar administración hasta que en medio de los conflictos de esa etapa revolucionaria fue obligado a dejar la gubernatura.
   Por su parte, don Venustiano Carranza se declaró en rebeldía y logró derrotar a los convencionistas; enseguida convocó a un congreso que redactó una Constitución, la de 1917 (que es la que tenemos hasta la actualidad), en base a la cual ganó las elecciones presidenciales, pero su poder ya estaba en decadencia y fue muerto en Puebla mientras se trasladaba con su gobierno a Veracruz, el 21 de mayo de 1920, hace hoy 95 años.
   Éste es el resumen de la vida del coahuilense Venustiano Carranza, un gran mexicano que respondió con valor y civismo a las exigencias de su tiempo y de su pueblo.
   Ahora hablemos un poco, también resumidamente, de esta escuela primaria que lleva el nombre del personaje cuyo fallecimiento recordamos hoy. Con fundamento en que se considera perteneciente al patrimonio nacional todo lo que administran las iglesias, esta institución estuvo establecida primeramente en la parte posterior de la catedral de La Paz, sobre la calle Aquiles Serdán. Cuando ese espacio -donde apenas cabía- le fue requerido por las autoridades de la iglesia Católica, los alumnos y maestros fueron cambiados temporalmente a una casa en la esquina que forman las calles de Ignacio Ramírez y Miguel Hidalgo, y finalmente quedó en su propio y nuevo edificio donde nos encontramos ahora, recordando a un gran mexicano y celebrando que en la geografía escolar de nuestra querida ciudad de La Paz esté incluida una gran institución: la escuela primaria “Venustiano Carranza”.
   Por estos espacios han pasado muchas generaciones de niños que ahora son mujeres y hombres de bien, y maestros que han honrado su profesión entregando lo mejor de sus servicios a la educación sudcaliforniana.
   Podemos felicitarnos de tener una escuela de rica historia, con un nombre de enorme prestigio, todo lo cual debe llenarnos de auténtico orgullo.   


* Discurso en la escuela primaria que lleva el nombre del personaje, el 21 de mayo de 2015.

ESPACIOS (PARTE I)

Nota pertinente: En la parte que corresponde al Palacio de Gobierno debe decir "ya cumplió el primer medio siglo..."

ACTUALIDAD

APOSTAR A LA EDUCACIÓN


El estado de Chihuahua es modelo que plantea con resultados objetivos la relación directamente proporcional entre crecimiento educativo y rezago criminalístico.

   El gobernador chihuahuense César Duarte, quien acompañó en un momento de su campaña al candidato Ricardo Barroso, ha expresado que, en su entidad, la apuesta al desenvolvimiento educativo y la consecuente baja criminal ya registrada permitirán hacer de su estado “una potencia mundial, y eso se debe a la gran inversión en la educación”.

   Es de creerse que dicho empleo creciente de recursos al sistema educativo estatal comprende un espectro muy amplio de factores, en vez de constreñirse, digamos, a la construcción de aulas y techumbres, regalar uniformes escolares o a empastar campos deportivos y contratar profesores compensados.

   Esto último soluciona de inmediato una necesidad pero se convierte a la larga en polvorín que tarde o temprano requiere sólo el detonador de la impaciencia para estallar, pues los temporales trabajadores del aula se contratan bajo la expectativa de lograr la correspondiente plaza de base en un periodo razonable, lo que suele ocurrir en parte, como acaba de serlo aquí, cuando la precariedad salarial es ya insostenible.

   La inversión educativa ha de ser destinada, además de satisfacer necesidades infraestructurales, a ampliar el horizonte de oportunidades a los niños y jóvenes, más los adultos que pretendan crecimiento profesional y laboral; mediante el apoyo a la investigación científica y académica, la concurrencia de estudiantes a universidades de países desarrollados y la invitación, con otorgamiento de facilidades, a instituciones de nombradía inobjetable para radicarse localmente, la operación eficaz y suficiente de polos estratégicos de enseñanza-aprendizaje a distancia, multiplicación de centros de capacitación para el trabajo, acreditación de capacidades prácticas para el desempeño de oficios, diseño de programas permanentes de residencias de académicos, científicos, escritores, artistas, gente sobresaliente del ámbito universal, de prestigios que nos prestigien, y tantas cosas que se pueden hacer con más imaginación y espíritu creativo que los que han sido puestos hasta ahora al servicio de la educación sudcaliforniana, carentes de objetivos inscritos en el sentido de pertenencia e identidad regional.

   Todo ello, como hemos dicho, con definido propósito innovador y voluntad de transitar como triunfadores el siglo XXI, y finalidades claras que nos incorporen al primer mundo lo más pronto posible.

   Lo cual habrá de restituirse, claro está, con el mejoramiento de las condiciones generales de vida de los habitantes de Baja California Sur, el incremento de la productividad, el empleo y las percepciones de la población económicamente activa, el bienestar colectivo y, ¿por qué no?, la felicidad que es el fin último de la política y de las políticas.

   ¿Que estamos hartos de enfrentar infructuosamente a la delincuencia? Apostémosle a la educación, y en vez de aplicar los exiguos recursos a aumentar la nómina y el equipo policiacos y penitenciarios, hagámoslo para una causa más elevada y de resultados mayormente positivos, como se ha demostrado.


(Imagen: Foto de niña sudcaliforniana, por Pedro R. González Hirales.)

CRÓNICA HUÉSPED

ROBINSON CRUSOE: EL PRESTIGIO DE LA LEYENDA

Por Ulises Irigoyen*

La Baja California es una tierra verdaderamente paradójica; en su historia se encuentran cosas asombrosas si se trata de los conquistadores que llegaban a sus playas creyendo estar en las tierras del Japón.
   Los relatos de las misiones tienen aspectos arrebatadores si se ven desde el punto de vista de lo que es el espíritu humano capaz de realizar inspirado por el afán constructivo y una férrea creencia; aquellos jesuitas levantaron un mundo nuevo y una fe en donde no existían sino desiertos crudos, única cosa que vio el padre Baegert; y hasta su misma morfología geográfica y geológica brindan sorpresas grandiosas como en la enorme bahía de la Magdalena y toda esa serie de bahías naturales que parecen ser, desde la distancia, las pupilas azules del continente que miran hacia el Pacífico.
   Y como si fuera poco todo ese cúmulo de maravillas, la leyenda también se asienta en sus playas largas y ásperas, pues la interesante historia que fue nuestro encanto de la niñez, impulso de nuestros sueños en los albores de la juventud y que persiste en las imaginaciones y en las memorias de los niños y de los hombres de todo el mundo: las aventuras de Robinson Crusoe, se realizaron cerca de las arenosas costas de la Baja California, precisamente en una llamada isla [de Juan] Fernández, la cual bien puede ser que, por descuido de los historiadores y geógrafos, que no han visto en esto mayor importancia, colocan otra isla [de Juan] Fernández arbitrariamente en la república de Chile, misma equivocación que presenta en sus páginas la enciclopedia Espasa. ¡En aquel remoto tiempo todas eran islas [de Juan] Fernández.
   Fue el capitán Woodes Rogers, por el año de 1709, quien halló a Alexander Selkirk al aparecer en el cabo de San Lucas, a quien empleó como contramaestre en su propia embarcación. Después, al ser conocido el náufrago por el escritor Daniel Defoe, procuró su amistad y de los relatos que Selkirk le hizo escribió su famosa novela convirtiéndolo en el personaje central a quien puso el nombre de Robinson Crusoe.
   En la primera edición hecha en 1719 de Robinson Crusoe, aparece todavía la Baja California como una isla.
   Rogers penetró con sus bergantines hasta la bahía de San Bernabé y capturó, después de una lucha ruda y desesperada, el velero Nuestra Señora de la Encarnación de Singano con un cargamento valuado en más de dos millones de dólares. Rogers escribió una amplia narración sobre las tribus, ornamentos y collares de perlas de la Baja California, y en algunos pasajes se apoya el padre Baegert para difamar a la maravillosa península.
   La península de la Baja California, además de las muchas cosas que le dan prestigio y valor inestimables entre todas las regiones del mundo, tiene ya ganado un lugar en la leyenda y en la historia.


* En Carretera transpeninsular de la Baja California, editorial América, 1943, México, págs. 397-398.

PARAÍSO

ACTUALIDAD

EL CONFLICTO SNTE-GOBIERNO DE BCS

El paro y la huelga son medidas extremas que ocasionalmente han de tomar los trabajadores para ejercer la presión necesaria con el objetivo de ver cumplidas sus demandas por la parte patronal. Cabalmente nadie participa con gusto en movimientos de esta naturaleza, a los que se llega inevitablemente ante el registro de atropellos a la ley y el derecho.
   La situación que en este sentido se hallan enfrentando los trabajadores de la educación en Baja California Sur sólo tiene un origen: el uso indebido que ha hecho el gobierno estatal de los fondos que son retenidos de sus cheques quincenales a los maestros y el personal de apoyo a la educación.
   Es decir que esas aportaciones, que deberían ser enteradas puntualmente a las instancias que otorgan a éstos diversas prestaciones (vivienda, seguros y los propios ahorros sindicales, entre las principales), han sido dispuestas por la administración pública local para otros fines, de manera que cuando los trabajadores pretenden hacer uso de los servicios a que tienen legítimo derecho (porque pagan por ellos), se encuentran con que están impedidos de hacerlo pues el patrón ha tomado ese dinero para efectuar sus propios gastos.
   Eso tiene en la ley el nombre genérico de malversación de fondos, que significa desviación de recursos hacia destinos diferentes, sin que de primera intención haga referencia a hurto, aunque tampoco sea descartado una vez que se detecta la sustracción indebida a efecto de que sea aplicada la sanción correspondiente.
   Luego de establecido el diálogo de las partes laboral y gubernamental para dirimir el conflicto derivado de la sustracción ejercida por éste y la suspensión de los beneficios sufrida por aquélla, la administración estatal convino con el sindicato el pago correspondiente en un plazo que llegó a su término sin que la parte afectada viese cumplido el compromiso.
   La comunidad sudcaliforniana tiene muchas y repetidas pruebas de la responsabilidad laboral de profesores y empleados de la SEP, y a todos consta que son los primeros en lamentar el malestar que producen las acciones que  su organización sindical ha debido tomar para la satisfacción de sus reclamos, aunque hay segmentos de la población que ignoran la causa de ellas y concluyen en que quienes exigen sus derechos lo hacen simplemente porque encontraron un pretexto para negarse a trabajar.
   Ha habido incluso miembros del personal de algunas escuelas que, ante el apremio de los padres de familia han optado por presentarse a trabajar; lamentablemente adquieren por eso el feo estigma de esquiroles.
   El gobierno federal se ha negado con toda razón a resolver económicamente el problema, pues ello está fuera de sus atribuciones, aunque el secretario del ramo haya accedido a tomarse la foto con el ejecutivo de la entidad perturbada por los hechos referidos, lo cual de ninguna manera significa que el erario nacional vaya a financiar la deuda que se pretende endosarle.
   Se ha sugerido que la secretaría de Haciende sufragase la reestructuración de la deuda en cuestión, pero eso significaría el incremento del ya enorme débito que traspasará la presente administración a la que sigue, y que al final de cuentas sería pagada, como siempre, con nuestras contribuciones.

   Así las cosas, los trabajadores de la educación merecen la comprensión y el apoyo de la sociedad sudcaliforniana por procurar la resolución de un brete que ellos están lejos de haber originado, y que la parte verdaderamente causante asuma a plenitud la responsabilidad que le toca.

POEMA HUÉSPED

Filemón C. Piñeda nació en La Paz, Baja California Sur, el 22 de noviembre de 1868. Al final de una vida nutrida por la poesía, murió en la misma ca
pital sudcaliforniana un 17 de mayo hace 93 años. De él es este

TRIUNFO DE LO NEGRO

Me dirigí a los ojos de las niñas
pidiéndoles color para mis versos,
y las niñas me dieron de sus ojos
el azul más hermoso de los cielos,
el verde más profundo de los mares,
el café de los rostros habaneros,
el castaño más puro del castaño
y el negro de luctuosos pensamientos.

Pero el negro sublime de tus ojos
darme nunca pudieron, ¡son tan negros!,
tan negros como el reino de la Duda,
como el plúmeo ropaje de los cuervos,
como el velo del ángel de los Tristes
que llora en el santuario del Recuerdo.

Ojos negros, etíopes dormitando
sobre un lecho de nardos;
ojos negros: si el Sol es dibujante de paisajes,
la noche es una artista que hace versos;
si aquél muestra sus lienzos, los celajes,
ésta brinda sus trovas: los luceros.

Celebremos el triunfo de la noche,
celebremos el triunfo de lo negro,
celebremos el triunfo de tus ojos,

¡esos negros artistas que hacen versos!

SIMPLE CIUDADANO

ACTUALIDAD

ANIVERSARIO PACEÑO

El domingo 3 de este mayo de 2015, nuestra ciudad cumplió un nuevo aniversario de que Hernán Cortés llegó a su bahía, a la cual impuso su segundo nombre, Santa Cruz, por la celebración cristiana de la fecha. El primero que tuvo fue la designación guaycura de Airapí. La colonia se vio imposibilitada de prosperar por la carencia de población aborigen y de abastecimientos de toda índole, pero a partir de entonces fueron elaborados los primeros mapas de esta tierra, que empezó a recibir el literario nombre de California.
   Luego tomó la denominación de La Paz que le dio el navegante Sebastián Vizcaíno en 1596 por el buen trato que le dieron los nativos.
   Algunos años más tarde, la expedición del gobernador de Sinaloa Isidro de Atondo y Antillón y el cosmógrafo jesuita Eusebio Francisco Kino la bautizó como real de Nuestra Señora de Guadalupe, en 1683, que debió ser levantado por la escasez de agua y la hostilidad de los naturales que razonablemente disputaban a los extranjeros ese recurso.
   Los misioneros Jaime Bravo y Juan de Ugarte la pusieron bajo la advocación de la virgen del Pilar en 1720, empeño misionero que más tarde se vio interrumpido por la sublevación indígena de 1734-1736 y las epidemias que aniquilaron a sus pobladores.
   El gobernador José Mariano Monterde logró finalmente el propósito oficial de asentar en 1830 los poderes provinciales en la que es desde entonces capital sudcaliforniana, luego de que lo fue Loreto durante 132 años, y el núcleo minero de San Antonio durante un año.
   Treinta y tres años después, con la llegada de los franciscanos y del primer gobernador Gaspar de Portolá, el visitador Joseph de Gálvez dispuso reubicar en la misión de Santa Rosa de Todos Santos a los pocos naturales que habitaban La Paz, a donde se trasladaron con su arraigada devoción por la virgen del Pilar, que fue adoptada en la nueva comunidad guaycura-pericú.
   En 1811, el soldado José Espinoza recibió como gratificación a sus servicios la concesión de ocupar el olvidado puerto de La Paz, a cambio de que cumpliese la tarea de proveer de agua a las embarcaciones que ahí anclaban para el embarque de productos originarios de las minas del sur. Espinoza incumplió su compromiso con la consecuente queja de las tripulaciones que arribaban al puerto.
   El nacimiento de la ciudad pudiere atribuirse al señor Juan García, quien obtuvo el primer permiso de los otorgados por el gobernador José Manuel Ruiz en 1823 para poblar aquel paraje con gente del sur peninsular. García construyó así la casa en la cual hizo un preliminar acopio de mercancías, lo cual puede considerarse el origen de la vida comercial en esta región.
   Aquello reinició el interés económico de la escala paceña al grado de que en 1829, la Junta de Fomento de las Californias decretó el establecimiento de una aduana en cada una de éstas; por lo que toca a la parte meridional, quedó instalada en la antigua Santa Cruz, ya con aproximadamente cuatro centenas de habitantes.
   El gobernador José Mariano Monterde, a quien correspondió reubicar la capital del distrito en La Paz en 1830, al año siguiente instaló el primer ayuntamiento, el cual adquirió desde el principio tanta beligerancia que apenas dos años después desconoció la autoridad del jefe político interino.
   A través de un proceso paulatino de crecimiento demográfico, económico y cultural, los paceños, como toda la sociedad sudcaliforniana, debieron enfrentar de 1846 a 1848 los lamentables sucesos ocasionados por la intervención norteamericana, y más tarde la incursión filibustera de William Walker en 1853-1854.
   Hacia 1877, la vida de nuestra ciudad se incorporaba al largo periodo porfiriano, que de muchos y variados modos anunciaba la conformación del ser social, y de todos sus componentes  -como el arquitectónico, del que aún se conservan testimonios-, de la capital sudcaliforniana de nuestros días, con sus secciones de El Zacatal, La Huerta, San Hilario y San Luis.
   En 1881, los paceños vieron acrecentado su patrimonio con la edificación de la Casa de Gobierno, frente al nuevo jardín Velasco en el centro histórico de la ciudad, que fue sede de la autoridad hasta que fue derruido y sustituido por el nuevo palacio en 1962.
   Una descripción de la época informó que en 1895, La Paz contaba ya con 5184 habitantes. También habían abierto sus operaciones los más importantes negocios mercantiles, estaba en apogeo la pesquería de perlas, la navegación de cabotaje y varias otras actividades económicas que alentaron el crecimiento local.
   En cuatro años más fueron iniciadas las obras de construcción del palacio municipal, que la población vio inaugurado antes de su terminación, como parte del programa de festejos con que celebró el primer centenario del inicio del movimiento independentista nacional, al mismo tiempo que el teatro Juárez. Otros actos conmemorativos consistieron en juegos florales, tareas de embellecimiento de la imagen urbana, kermés en el jardín Velasco así como develación en éste del busto de don Benito Juárez que ahí permaneció durante mucho tiempo y hasta hoy se conserva en el atrio de la logia masónica Los fieles obreros de la Baja California, construcción también decimonónica.
   La Paz se incorporó al nuevo siglo, siempre un poco demoradamente por lo limitado de los transportes y comunicación de toda Baja California Sur; participó en actividades revolucionarias y continuó la vida en el alborozo de sus carnavales, su proverbial afán en los quehaceres de la educación y la cultura, con el estímulo de la zona libre, los primeros servicios de la aviación comercial, el extraordinario auge que provocó el servicio del transbordador La Paz en 1964 y las embarcaciones similares que operaron posteriormente, la reinstauración de la vida municipal hace 43 años, inauguración de la carretera transpeninsular a finales de 1973 así como la conversión del territorio en estado, que atrajeron inusitada atención y fondos cuantiosos del gobierno federal a la entidad sudpeninsular.
   Es ésta, grosso modo, la tesonera existencia de una ciudad nutrida con las perlas de sus mares, el oro y la plata de las minas del sur, la otra plata y el otro oro del prodigioso valle de Santo Domingo, pero primordialmente con la savia de sus propios empeños, traspiés y aciertos.
   Carecemos de una historia de bronce pues la heroicidad de los sudcalifornianos, lejos de expresarse en hechos guerreros de sangre y fuego (que no han faltado), se halla en la cotidianidad de su empecinamiento de enfrentar exitosamente la mezquindad del cielo y las cuitas del aislamiento.

   Todo eso y más nos queda de su larga y rica historia, llena de ejemplos y lecciones que es necesario repasar por lo menos en días de celebración como éstos del nuevo aniversario de nuestra casa. (Imagen: Fuente de la Fundación de La Paz.)

CRÓNICA HUÉSPED

RONDAS INFANTILES A LA LUZ DE LOS FAROLES

Por Rogelio Olachea Arriola*

Allá cuando el gendarme recorría las calles con su lamparita, a primeras horas de la noche, podían verse grupos de niños, alternando el coloquio familiar en su banqueta, con rondas infantiles.

   “El Milano”, “El Botellón”, “La Momita”, “El Gato", “Al Canicani”, con perfiles de inocencia, eran esas rondas. Entonces no había pandillas de jovencitos rebeldes porque, a las nueve, el toque de silencio indicaba que todo [el] mundo debía irse a dormir. Se escuchaba el ruido del galope de las acémilas de los gendarmes y el silbato de los serenos que gritaban la hora a partir de las 11:00 P. M.

   En el cuartel se dejaba oír el

   - ¡Centinela! ¡Alerta uno!

   - ¡Centinela! ¡Alerta dos!

    Y así, en números sucesivos.

   Los borrachitos eran escurridizos a la policía montada, y los bizarros gendarmes de a pie aplicaban su fuerza hercúlea para llevar a “chirona” a los escandalosos. Imponían respeto.

   La cárcel estaba situada en el perímetro actual de la escuela primaria “18 de Marzo” (16 de Septiembre y Carlos M. Ezquerro), y la comandancia de la gendarmería en la esquina actual de Independencia y Belisario Domínguez.

   ¡Qué tiempos aquellos, señor don Simón!

   Noche a noche los vecinos despertaban al escuchar el romántico vals o la alegre polka interpretados por la orquesta de don Juan Nava, donde tocaban “El Guancho”, “Chamustreta”, el “Negrito” Rosales y José Manríquez.

   Si usted llevaba serenata a su Dulcinea, le cobraban diez pesos desde las 8 de la noche hasta las 4 de la mañana, y le tocaban, de pilón, “Adiós Mamá Carlota”.


* En revista Antigua California, núm. 16, La Paz, BCS, noviembre de 1974, p. 39.