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W. MICHAEL MATHES

Lamentable pérdida para la historiografía californiana ha significado el fallecimiento del doctor William Michael Mathes Moore, ocurrido el lunes 13 anterior en su residencia de Plainview, Texas.
    Igualmente penosa es para quienes fuimos sus amigos y atestiguamos la devoción académica del eminente investigador por el pasado de las Californias, que enriqueció con su múltiple producción bibliográfica y en revistas especializadas, parte de la cual ha reseñado este blog.
   Altacaliforniano de nacimiento y californiófilo por convicción, Miguel (como prefería que lo llamasen) hizo de su vida un infatigable peregrinar por la cátedra, la editorial, la conferencia y la búsqueda personal de la realidad que le anunciaban los libros y documentos.
   Nació en Los Ángeles en 1936, y a los doce años de edad ya se hallaba recorriendo esta península tomando fotografías y apuntes de cuanto captaba su interés y precoz acuciosidad.
   A instancias de su amigo el doctor Miguel León-Portilla se incorporó a las actividades que en favor del conocimiento del pasado regional se llevaban a cabo por entonces en Baja California Sur, mediante la entrega de su libro Californiana II, en dos volúmenes, que el 3 de mayo de 1973 hizo al gobernador Félix Agramont como parte del programa de aniversario de la fundación de Santa Cruz.
   Más tarde promovió la formación de la Biblioteca de Las Californias, la dotación de cajas y microfilmación de documentos del Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” de BCS, y participó como expositor en las once semanas de Información Histórica (1981-1987) que se llevaron a cabo durante todo el sexenio de Alberto Alvarado.
   Su talento profesional, afanoso y pródigo, esparció beneficios a todo el país, en cuyas aulas y recintos de estudio dejó gratitudes, admiración, discípulos y amigos, muchos amigos.
   Una muestra de su esplendidez y desprendimiento fue la donación que hizo a El Colegio de Jalisco, de 45 mil volúmenes que desde 1993 forman la biblioteca Mathes de esa casa de investigación.
   Tan afanosa y fértil existencia tuvo múltiples reconocimientos de instituciones académicas y oficiales, entre ellos la recepción del Águila Azteca, condecoración que el gobierno mexicano otorga a extranjeros que han prestado servicios excepcionales a nuestro país.
   La UABCS le quedó debiendo un doctorado Honoris Causa, cuya entrega  hubiese prestigiado a la institución y hecho muy feliz a ese espíritu generoso.