ACTUALIDAD


ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

El conocimiento es poder.
Francis Bacon

En su artículo “Educación y capital humano: transitando hacia la economía del conocimiento”, publicado en la revista Confluencia XXI, Mariana García, investigadora del Centro de Investigación para el Desarrollo, A. C. (CIDAC), de entrada se plantea una pregunta fundamental en este tiempo de severas dificultades de toda índole: ¿cuál es la receta para crecer y generar más prosperidad económica para los ciudadanos?
E intenta responder a la cuestión proponiendo pasar ya de las economías basadas en la tenencia de la tierra, la maquinaria y la mano de obra, a lo que llama “economía del conocimiento”.
O sea que “el crecimiento y la prosperidad de una nación ya no dependen sólo de sus recursos naturales y de la capacidad productiva de la fuerza laboral.” Sostiene entonces que la nueva palanca del desarrollo debe ser el conocimiento (no sólo la información o la simple instrucción) y la capacidad de aplicarlo, para promover la innovación.
Pese a avances de los últimos años en variables macroeconómicas, México no ha podido arribar a “actividades con valor agregado que estimulen la formación de mexicanos más competitivos y más productivos que fomenten mayor conocimiento.”
Evidentemente, la educación mexicana (y particularmente la sudcaliforniana, con su elevada dosis adicional de incompetencia en materia de política, planeación y administración en este ramo) sufre severos rezagos que la ausencia de visión a largo plazo impide remontar. Tal parece que la función educativa en este país se reduce casi exclusivamente a formar mano de obra, cada vez más barata, en tanto que se deja en segundo término el trabajo intelectual, que cada vez resulta más apreciado.
Insistimos en que hace ya muchos años que urge una renovación radical del anacrónico, obsoleto e improductivo sistema educativo mexicano, y no se diga el de Baja California Sur. En términos generales, la escuela de nuestro país se ha dedicado, desde la época colonial, a ser simple retransmisora del conocimiento adquirido por otros, sin hacer contribuciones de importancia. Desde esos lejanos tiempos hasta la actualidad, los maestros han tenido la tarea casi única de hacer llegar a sus alumnos la información ya digerida de los libros que están a su alcance.
Constituimos un país de exportadores de artesanías e importadores de computadoras; ahora hasta de “nuestros” productos artesanales nos proveen los chinos, paradoja risible si no fuera trágica.
Desde siempre, nuestro sistema educativo ha privilegiado el aprendizaje memorístico en vez de alentar el razonamiento, la imaginación, la curiosidad innata de niños y jóvenes, la creatividad y el impulso natural de producción del aprendiente. Como consecuencia se ha carecido de aliento a la investigación y, por supuesto, hemos terminado por ser totalmente subordinados en todas las áreas del desarrollo: tecnológica, filosófica, industrial e incluso deportiva, etc. Aun el ámbito de la enseñanza se ha nutrido de pedagogos extranjeros, cuyas teorías ya están olvidadas en sus propios países y continúan vigentes entre nosotros.
Por eso no inventamos la máquina de vapor, ni la radio ni el transistor. No somos autores de ningún sistema filosófico notable. Sólo tenemos tres premios Nobel; nuestro único astronauta viajó al espacio exterior de “aventón”.
Quizá –repito- todo esto tiene que ver con las altas tasas delincuenciales, de narcoevasionismo, desempleo y ausencia de empeño empresarial, gusto antiestético generalizado, hacinamientos urbanos, contaminación y todo el escalofriante conjunto de males que mantienen postrada a nuestra sociedad.
La conclusión de la investigadora en este sentido es que “El conocimiento y un sistema educativo de calidad son el camino para la formación de capital humano competitivo...”
Es decir que sólo una estructura educativa idónea, capaz de provocar la búsqueda y aplicación del conocimiento innovador, permitirá ponernos en el camino de transformaciones económicas, culturales y sociales del que hoy nos hallamos todavía muy lejos.

em_coronado@yahoo.com

HISTORIA


EFEMÉRIDES

NOVIEMBRE

21 (1847). Murió en San José del Cabo José Antonio Mijares, oficial mexicano oriundo de España, durante el asalto que realizó contra las fuerzas intervencionistas norteamericanas.

22 (1868). Nació en La Paz Filemón Cecilio Piñeda Contreras, quien sería excelente poeta. Murió el 17 de mayo de 1922.

22 (1879). Manuel Márquez de León lanzó en La Paz su manifiesto revolucionario a la nación contra el gobierno del general Díaz, con lo cual los sudcalifornianos se anticiparon 31 años a la lucha del país en oposición al régimen porfiriano.

23 (1876). Nació en La Paz Rosaura Zapata Cano, quien sería impulsora de la educación preescolar y del establecimiento de jardines de niños en México. Hija de Claudio Zapata, prestigioso militar que secundó la revolución del general Márquez de León. La ameritada maestra murió el 23 de julio de 1963.

27 (1974). Fue instalado el Congreso Constituyente del Estado de Baja California Sur.

LIBRERÍA


Escuela de Música del Estado de Baja California Sur, por Sofía Araceli López Castro, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, 2010, México, 149 págs.

La enseñanza musical escolarizada comenzó en Sudcalifornia cuando el jefe político Bibiano Dávalos dispuso en 1872 la apertura de una Academia Filarmónica para niños y adultos, según informa la autora en la introducción de esta obra, que por su parte constituye extraordinaria aportación a la historia de la educación y la cultura de Baja California Sur.
Integran el volumen los capítulos Creación de la Escuela Libre de Música, Danza y Arte Escénico del Territorio de la Baja California; Años de carencia y disciplina, las administraciones de Gilberto Raúl Mendoza Ibarra y Luis Peláez Manríquez; Esfuerzos y logros de los directores Consuelo Amador y Norberto Flores Mendoza; Creación de la Orquesta Juvenil de Baja California Sur; conclusiones, anexos y fuentes.
Adecuadamente ilustrado, el libro hace recuento histórico de las vicisitudes que ha debido enfrentar nuestra Escuela de Música en el transcurso de estos casi setenta años de existencia, desde que el gobernador Francisco J. Múgica creó, en abril de 1941, la Escuela Libre de Música, Danza y Arte Escénico de la ciudad de La Paz, con su primer director el maestro José de Sandozequi.
Es asimismo testimonio de reconocimiento a quienes la han apoyado para constituirse hoy en justa insignia de la cultura sudcaliforniana.