ACTUALIDAD


POLÍTICA Y GOBIERNO

De entrada debemos establecer la diferencia entre lo que es la “clase política” y la “clase gobernante” de una entidad cualquiera, un país, estado o provincia.
Por clase política puede entenderse, creo, aquella en que se hallan integrados los ciudadanos con vocación y oficio políticos, es decir con incipiente o larga carrera dentro del interés por el servicio en la administración pública. Personas afiliadas o no a una institución política pero que participan permanentemente en asuntos que atañen a la búsqueda del bien común, y en señalar con sentido crítico los factores que se oponen a su desarrollo, crecimiento y felicidad.
Los miembros de una clase política responsable adquieren información de la teoría que da sustento a sus preocupaciones, están al día del quehacer en la vida pública pero se ocupan también de las ocurrencias del pasado para fundamentar sus objetivos. Quien se halla inserto en la clase política tiene (es imprescindible que tenga), además de los conocimientos apropiados, sentido de la diplomacia, sensibilidad, apreciación aguda, visión amplia y capacidad de decisión.
Por ser generalmente de espacios abiertos, también suele ocurrir que en la clase política puede entrar gente a la que impulsan sólo fines aviesos, que piensa en los puestos de autoridad como sitiales de impunidad y rapiña. En tales casos sucede como cuando en nuestro hogar entran alimañas, muy a pesar de la familia. En ambas situaciones hay que colocar preventivos y aplicar remedios antes de que ocasionen mayores perjuicios.
Se ha pretendido definir a la política como un arte; pero aun cuando no lo fuere, quien se desenvuelve en ella ha de adquirir, como el artista, habilidad para ver aquello que el resto de los mortales no alcanza a apreciar de su entorno y los escenarios posibles de éste.
La función política, pues, resulta una ocupación que exige mucho más que el derecho constitucional a desempeñarla, buenas intenciones, aceptación o inconformidad respecto a quienes tienen el mando de la cosa pública.
En una democracia, clase gobernante es la que tiene el mandato del sufragio mayoritario de la gente y por ello ejerce los poderes públicos. Lo ideal es que se constituya con individuos de la clase política, pues ésta es, como se dijo, la que posee el conocimiento sobre la actividad gubernativa, ha definido sus principios, acciones, fines y medios para cumplirla eficientemente, y tiene certeza de su importancia para el presente y el futuro de la colectividad humana a la que siente el deber de servir.
Se trata menos de élites como de gente capaz.
Lamentablemente, en Baja California Sur el poder lo maneja, en términos generales y desde hace casi un docenio, gentío de toda laya, con un denominador común: carece de oficio político, deseable perfil profesional y sentido de Sudcalifornidad.
Con esto queremos decir que, sin oficio político, quien recibe el encargo de atender tareas públicas lo hace, como es de esperarse, sin conciencia clara de sus funciones, de sus antecedentes, objetivos y recursos. Hasta corre el riesgo de pensar que, con un presupuesto disponible, puede hacer con él lo que guste, incluso llevárselo a casa.
En ausencia del adecuado soporte profesional hay que estar improvisando siempre pues no se tiene disciplina de trabajo en menesteres que requieren básicamente ejercicio intelectual metódico y sistemático. En ellos se debe planear, diseñar, programar y llevarlos a cabo con la atingencia indispensable.
Sin sentido de Sudcalifornidad ha faltado el ingrediente primordial del quehacer gubernativo en esta mitad peninsular: la percepción clara del porqué y para qué se está en el encargo. Saber cuántas luchas han llevado a cabo las generaciones ascendientes de esta sociedad para lograr lo que ahora se disfruta; saber cuánto es menester realizar ahora y en adelante para alcanzar los niveles de bienestar, tranquilidad, seguridad y felicidad que justamente aspira a tener la población del estado.
Es sólo clase gobernante y no política la que abandona sus ocupaciones obligatorias en busca de otras, suspende conmemoraciones cívicas esenciales con pretextos baladíes, efectúa labores de proselitismo en horas y con fondos oficiales, remata bienes estructurales para supuestamente aliviar males coyunturales, viola la ley para el pandillaje, realiza obras públicas sin ton ni son, infla estadísticas, atenta contra el medio ambiente en beneficio de chequeras personales, etc.
Opinaba alguien que la política es algo demasiado delicado como para ponerla en manos de los políticos, mas lo cierto es que, precisamente por ser una actividad de lo más seria, debemos tener cuidado de ponerla estrictamente en manos de los políticos...
Y así cada quien a su tarea.
Como dijo un mecánico al cliente ante un coche irreparable: “Dios y yo tenemos un trato: él no arregla automóviles y yo no hago milagros.”

em_coronado@yahoo.com

HISTORIA


EFEMÉRIDES

OCTUBRE

18. Día de san Lucas, y, por este motivo, de la celebración en la ciudad cabeña de ese nombre.

19 (1992). Fue creado el municipio de Loreto.

24 (1869). Fue fundada la Masonería en Baja California Sur. El 22 de septiembre de 1869, convocados por don Santiago Viosca de Solar se reunieron en La Paz Carlos Kraft, Jorge E. Moreto, F. T. Teclaw, Mateo Mersich, H. Welter y Félix Martínez, quienes acordaron fundar una logia masónica con la denominación de “Los Fieles Obreros de la Baja California, número 1”.
El 7 de octubre siguiente tuvieron una segunda reunión en la que eligieron a los dignatarios y oficiales del naciente organismo, cuyos puestos recayeron en los señores Martínez como venerable maestro; Viosca como primer vigilante y tesorero interino, Kraft, orador interino; Moreto, secretario; Mersich, maestro de ceremonias; Teclaw, hospitalario interino y experto; y Welter, guardatemplo. Estas autoridades tomaron sus cargos en ceremonia del día 24 siguiente, que es la fecha oficialmente fundacional de la institución masónica en Baja California Sur.
Cuatro años después, el Supremo Consejo de México decretó que la logia paceña antepusiera a su nombre los adjetivos de Ilustre, Digna y Respetable, que con el añadido de Centenaria conserva hasta hoy.
El templo fue erigido en un terreno que donó el señor Viosca en las esquinas de Aquiles Serdán e Independencia, y el costo fue cubierto a base de aportaciones cuyo fondo iniciaron el propio Viosca, Pablo Hidalgo, Miguel González, hermanos Hidalgo y M. Navarro, Bibiano Dávalos; Aristeo, Astolfo, Félix, Jesús, Luis y Nabor Mendoza; Cristóbal Schmitz, Eugenio Chavero, H. Brooks, Antonio y Octavio Ruffo, H. F. San José, Gregorio Padilla, S. Cosío, Francisco Amador, Juan Jacobo Valadez, Félix Martínez, Clodomiro Cota y Manuel Fernández.
El resto fue sufragado mediante bonos, y Félix Martínez resultó comisionado para dibujar el plano de la construcción, que finalmente aprobó la comisión respectiva. La primera piedra quedó colocada el 18 de octubre de 1873. Dirigidos por el diseñador trabajaron el carpintero Julián Galindo y el albañil Manuel Ortiz, y el templo ya terminado se consagró en la fiesta solsticial del 24 de junio del año siguiente.
En 1892, la Gran Dieta Simbólica de los Estados Unidos Mexicanos le fijó el número 189.
El Rito Nacional Mexicano, que integra también a mujeres, fue adoptado por la masonería sudcaliforniana, y así se han ido formando logias femeninas; las primeras comenzaron a funcionar con las denominaciones de Margarita Magón de Flores y Rosaura Zapata (La Paz), Luz y Progreso (Ciudad Constitución) y Perseverancia (Ciudad Insurgentes).
En La Paz existe también la llamada masonería Blanca, creada en 1981, compuesta por vegetarianos, practicantes de Yoga y estudiosos de textos iniciáticos y esotéricos. Asimismo en la capital del estado, Ciudad Constitución y Ciudad Insurgentes existen las logias AJEF (Asociación Juventud Esperanza de la Fraternidad), de origen cubano, especie de escuela preparatoria masónica, exclusivamente varonil.
A la masonería sudcaliforniana han pertenecido personajes ilustres de la sociedad, la actividad política y la economía de Baja California Sur, y por ello ha tenido, desde que fue creada, una singular significación en el desarrollo y la historia de esta entidad federativa.

LIBRERÍA


D. Gaspar de Portolá, conquistador y primer gobernador de California, por Fernando Boneu Companys, Instituto de Estudios Ilerdenses, Lérida (España), 1970.

Portolá puede ser considerado el primer gobernador de las Californias, pero el ilustre catalán no es, en concepto alguno, “conquistador” de sus porciones peninsular o continental, por más que los esforzados trabajos que llevó a cabo al lado del franciscano Junípero Serra pudieren hacer pensar así.
Gaspar de Portolá y Rovira, capitán de Dragones, llegó a San José del Cabo, en la Antigua California, el 30 de noviembre de 1767, con carácter de primer gobernador, en virtud de que, a pesar de haber transcurrido setenta años de vida misional en la provincia, había sido regida bajo la exclusiva administración de los jesuitas, al margen de cualquier otra concurrencia de autoridad, civil o militar.
En la misión del cabo comunicó al misionero Ignacio Tirsh las malas nuevas que traía consigo de proceder a la expulsión de los religiosos de la Compañía de Jesús, como había estado sucediendo en todas partes del imperio por disposición de la Corona.
Se dirigió luego a Loreto, desde donde despidió a los expulsos el 4 de febrero siguiente (1768), y el 1 de abril entregó los centros de evangelización a los franciscanos.
En julio llegó el visitador Joseph de Gálvez al real de Santa Ana (al sur de La Paz), quien después de entrevistarse con Serra se dedicó a comandar la marcha hacia la ocupación de la Nueva (o Alta) California, con recursos de los establecimientos ex-jesuíticos: “Recurre al veterano capitán Fernando de Rivera y Moncada, le nombra segundo jefe de la expedición y le ordena la pronta reunión de todo el ganado caballar, mular, vacuno, pertrechos y armamento, víveres y provisiones. Para ello se recurre a las misiones, que en pocos días quedan expoliados de la mayor parte de sus cuadras y desde luego de lo mejor que ellas contenían”, según se lee en la página 93.
De este modo se prepararon las expediciones, una por mar y dos por tierra; Portolá encabezó la segunda de éstas junto con fray Junípero.
El 1 de julio llegaron al sitio que dedicaron a san Diego de Alcalá, hoy próspera ciudad del sur altacaliforniano, para echar a andar lo que sería la última gran empresa expansionista de España en América.