ACTUALIDAD

LAS TRADICIONES

Toda comunidad social posee un determinado conjunto de ritos y mitos, prácticas de convivencia que se han ido estructurando en una especie de doctrina ética, digamos; un modo de ser en que se ejercita la personalidad –temperamento y carácter- de todo grupo humano. Ello queda conformado en el concepto de tradición.
Las tradiciones, que son expresión del modo de ser de una sociedad, dan a ésta identificación consigo misma, la proveen de fisonomía propia y de un código de comunicación interior, objeto de orgullo y materia de diferenciación. Y en esas propiedades seguramente radica su valor, y la preocupación que produce intuir o concluir que se van perdiendo.
Es decir que la pérdida de tradiciones conlleva la idea de pérdida de identidad. Piénsese, por ejemplo, en una persona que comenzara a perder sus rasgos distintivos hasta quedar convertida en otra distinta; sería inimaginable el trauma mental que ello le produciría. Igual cosa puede ocurrir en el ámbito social.
Las tradiciones están ligadas original e inseparablemente a la historia; ambas se nutren y se explican mutuamente. En su formación hay hechos y fenómenos espontáneos, otros emergentes, y algunos más resultantes de la voluntad comunitaria.
Están determinadas por el medio geográfico, la economía, la composición social y otros varios factores, pero también por el “querer ser”. Desde este punto de vista, la historia, y uno de sus ingredientes fundamentales, las tradiciones, surgen asimismo de proyectos existenciales. O sea que importa preservarlas y, aún más, enriquecerlas.
Como se sabe, el pueblo de Baja California Sur posee un vasto inventario de esta índole en el campo de las fiestas populares, artesanías, gastronomía, vestido, juegos infantiles y recreación de los adultos, etc.
Por eso lastima darnos cuenta de que hemos perdido alguna parte de la tradición, por falta de ejercicio, porque ha sido sustituida por otra nueva o de importación, o debido a simple abandono, como lamentablemente ha estado ocurriendo en los últimos tiempos en Sudcalifornia.
Y cuando una tradición deja de acompañarnos en la vida común y sólo se queda en el sótano de los recuerdos, empobrece algo muy sensible de nosotros. En cambio, aquella que practicamos nos fortalece, afirma y asegura, devuelve la alegría y la vitalidad, la soberbia convicción de usufructuar algo que nos es propio, individual y colectivamente.
Disfrutar y mantener vivas nuestras tradiciones significa nutrir y vigorizar sustancialmente la cultura, para que ésta pueda confrontarse con otras y no salgamos lesionados del encuentro.

em_coronado@yahoo.com

HISTORIA

EFEMÉRIDES SUDCALIFORNIANAS

JULIO

7 (1822). Fue jurada por tercera vez en Loreto la Independencia de México, en acto organizado y realizado por fray Agustín Fernández de San Vicente, representante oficial del gobierno iturbidista.
“Se dio principio a la función del juramento solemne con un repique de campanas, salva de la tropa y artillería con las demás demostraciones de júbilo que permite el país... Para mayor ornato se iluminaron en la noche de este día las casas de todo el vecindario, dando fin la función con un baile que celebró en su casa el señor alcalde...”
La primera jura fue el 7 de marzo anterior.

10 (1825). Fue instalada la Diputación Territorial de las Californias, en Loreto, según lo dispuesto por la Constitución promulgada el año precedente. Asimismo, la península quedó dividida en cuatro municipios.

LIBRERÍA

Historia natural y crónica de la antigua California, por Miguel del Barco, edición y estudio de Miguel León-Portilla, Unam, 1973.

Si bien es cierto que Barco originalmente dio a sus escritos la designacion de “Correcciones y adiciones a la Historia o Noticia de la California en su primera edición de Madrid, año de 1757”, esta reimpresión de la aportación del misionero jesuita (1706-1790) a la historia bajacaliforniana lleva el presente título porque, de modo fundamental, se cree así describir en forma más clara cuál es el contenido de esta obra: ofrecer básicamente una historia natural de la península y una crónica con información etnográfica y acerca del régimen misional de los jesuitas hasta el momento de su expulsión.
Esta edición contiene, a más de los trabajos del padre Barco, un prefacio, estudio preliminar, fuentes documentales y referencias bibliográficas, índice analítico, notas y apéndices, así como láminas y mapas que enriquecen, facilitan la consulta y complementan notablemente la obra.
De ella se afirma (segunda de forros): “Por largo tiempo inédita, es fuente de primera mano para estudiar la rica historia de la California mexicana durante buena parte del siglo XVIII. Su autor ofrece en ella abundante información sobre la naturaleza y el posible aprovechamiento de sus recursos, las antiguas formas de vida indígena, la lengua de los cochimíes y la historia de esa lejana región a la que dedicó lo mejor de su existencia. Esta aportación, escrita durante la época de los setentas en el siglo XVIII, había permanecido semiolvidada en el Fondo Gesuitico de la Biblioteca Nazionale Vittorio Emanuele II de Roma. Al ser incluida ahora en la serie de Historiadores y cronistas de Indias, a cargo del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional, se hace, por vez primera, cumplido rescate de ella...”
De tal manera, el doctor Miguel León-Portilla (ya ampliamente conocido, reconocido y apreciado por los sudcalifornianos), al frente de múltiples tareas académicas en el Instituto de Historia universitario, aportó un elemento valioso más al conocimiento del pasado peninsular, con el decidido –y decisivo- empeño del que tantos y buenos frutos ha obtenido la cultura de California peninsular.