ACTUALIDAD

UN DÍA DE LA MARINA

El primer día de junio de 1974 estuvo en Baja California Sur, por primera vez para encabezar los festejos del día de la Marina Nacional, el presidente de la República.
Lo era por entonces Luis Echeverría Álvarez, y el acto principal tuvo lugar en Cabo San Lucas, donde representantes de los diversos sectores de la entidad le entregaron un documento en que solicitaban su gestión para que Sudcalifornia adquiriese el rango político de estado de la federación mexicana, mediante las reformas al artículo 43 y demás relativos de la Constitución del país.
Fue conductor del programa Jesús Murillo Aguilar, y ahí tomaron la palabra el gobernador del territorio Félix Agramont Cota con el discurso de bienvenida y la proposición relativa al ejecutivo federal; el secretario de Marina en referencia al inicio de las obras de construcción del puerto turístico en este sitio, y finalmente el secretario de la Presidencia:
“El señor presidente me pidió decirles –expresó Hugo Cervantes del Río- que va a analizar con la mayor simpatía esta justa y emocionada petición de ustedes...”
Evocó enseguida la serie de acontecimientos que vinculaban al jefe del gobierno nacional con el pueblo terrisureño desde hacía varios años.
“Con el afecto fortalecido desde entonces –prosiguió, ya para terminar-, les deja un saludo y una exhortación: sigan trabajando intensamente; el destino de esta península, ambicionada por intereses extranjeros, está salvaguardada por las manos de ustedes, sobre todo por las manos limpias y generosas de los jóvenes sudcalifornianos...”
Tres meses después, en su cuarto informe, Echeverría anunció que en ese periodo de sesiones del Congreso de la Unión habría de enviar la iniciativa para erigir a BCS y a Quintana Roo en estados de la federación mexicana, lo cual hizop el 2 de septiembre.
Aprobada por la Cámara de Diputados el día 17, y por la de Senadores una semana después, así como por los congresos de la mayoría de los estados del país, el 8 de octubre apareció el decreto correspondiente en el número 26 del Diario Oficial del gobierno de la República.
36 años más tarde cabría preguntarnos si la sociedad de esta tierra ha alcanzado los frutos que se propuso obtener entonces, o si se han diferido por las pequeñas ambiciones de poder de camarillas (algunas de origen extraestatal) que nada tienen que ver con los elevados propósitos de desarrollo espiritual (primero) y material de los sudcalifornianos.
Tenemos que reflexionar en ello y actuar en consecuencia.
Si no, la pasividad nos secuestra.

em_coronado@yahoo.com

HISTORIA

EFEMÉRIDES SUDCALIFORNIANAS

JUNIO

13. Día de san Antonio de Padua en el calendario cristiano, patrono de la población del mismo nombre, al sur de La Paz, que celebra su festividad anual.
Fue establecida a mediados del siglo XVIII, luego de Santa Ana Marinó y El Triunfo, centros mineros fundados por Manuel de Ocio, ex-soldado de las misiones californianas quien, con recursos que le produjo la pesca clandestina de perlas mediante buzos indígenas, inició la extracción de plata en la zona.
El área estuvo habitada por la rama indígena huchití, perteneciente a la familia guaycura, que fue la primera en extinguirse por su rechazo al sometimiento y a causa de las epidemias que trajo consigo la presencia europea. Las Gallinas (hoy El Rosario) y el Realito de Oro fueron también áreas de explotación minera cercanas a las tres primeras mencionadas, que constituyeron, además, los primeros asentamientos civiles de las Californias.

13 (1909). Nació en La Paz Raúl Antonio Carrillo Salgado, quien sería médico y maestro de relevante humanitarismo. Murió el 6 de abril de 1962 en la ciudad de México.

LIBRERÍA

En mis ratos de soledad. Pensamientos filosóficos, por Manuel Márquez de León, México, 1885, reimp. del Patronato del Estudiante Sudcaliforniano, Edit. Aristos, La Paz (BCS), 143 págs., 1977.

Personaje emblemático de la Sudcalifornidad principalmente por las circunstancias guerreras que emprendió, Márquez de León se ofrece en esta obra como un pensador: “Consagrado desde mis primeros años al servicio de la patria –expresa en el “discurso preliminar” del libro-, todos mis esfuerzos se han encaminado siempre a un fin preferido, a su felicidad; y como me ha tocado en suerte vivir en una época desgraciada, donde la virtud no es favorablemente acogida por la generalidad de mis compatriotas, he tenido que sufrir mucho.”
Continúa: “Frecuentemente me han tratado de visionario y loco todos aquellos que sólo saben rendir culto al interés privado. Nada he podido adelantar en la vida política, porque son muy pocos los que quieren seguir una bandera que lleve por lema desprendimiento...”
Y explica: “Persuadido de que el origen de los males que pesan sobre mi país es la corrupción, ese veneno que mata la dignidad y envilece a las naciones, me he propuesto combatirlo con la pluma, ya que contra un enemigo tan temible por su ruindad, poco sirve la espada.”
Dice que “Las virtudes cívicas son la base única sobre que los pueblos pueden levantar el edificio de su grandeza...”
Y como si tuviera visión anticipada de la Sudcalifornia de nuestros días, afirma que “es necesario tener en cuenta el poco escrúpulo con que hoy se oculta la verdad y se sacrifica el bien público al mezquino egoísmo.“
Sostiene, al final de este preámbulo, que “he dado en la manía de amar a mi patria con desinterés, de trabajar por ella de buena fe, y acepto el calificativo de loco; y de un loco bastante raro en estos tiempos, cuando es tan difícil que tal locura exista.”
La obra está fechada en San Francisco, Alta California, en septiembre de 1881, al término del exilio del movimiento revolucionario emprendido contra la embrionaria dictadura porfiriana, 31 años antes de la convocatoria maderista.
Consta de dos partes: la primera de siete capítulos, y la segunda de siete también, con un discurso final y cinco cartas, más tres adiciones sobre tratamientos de otras preocupaciones de la época (finales del siglo XIX).
Así, Manuel Márquez de León se nos entrega en este libro como hombre interesado en los problemas de su tiempo, con una queja fundamental: “Las desgracias de mi patria, a que nunca he podido ser indiferente, me han lacerado el corazón. Ella ha sido víctima de la poca virtud e ilustración de sus gobernantes...”
Podríamos decir que las cosas no han cambiado, según puede verse.