ACTUALIDAD


RITO INICIÁTICO

Desde la antigüedad se practica la prueba de iniciación, rito iniciático o “de paso” (término introducido en 1909 por el antropólogo francés Arnold van Gennep) a los adolescentes que aspiran a ser reconocidos como personas maduras por la colectividad a que pertenecen, en pleno goce de sus derechos y prerrogativas, tanto como deberes y obligaciones.
Por parte del principiante significa procuración de identidad y pertenencia a un conjunto de individuos que siente como sus iguales y cuyas reglas se halla dispuesto a adoptar.
Sucedáneas de esta idea de aceptación a la nueva generación por los mayores son, por ejemplo, las novatadas, que a veces alcanzan a tener consecuencias fatales; recuérdese La ciudad y los perros, de Vargas Llosa.
En el caso de las chicas puede pensarse en la fiesta de quince años, que marca la transición de niña a mujer, a partir de la cual ya entran casi automáticamente, en nuestros días, al usufructo del derecho a tener novio (aunque lo tengan desde mucho antes), usar zapatillas, maquillarse, pintarse los labios y las uñas y todo lo demás.
Datos como éstos ayudan a comprender las pruebas a que se someten los jóvenes, en prácticamente todas las culturas, como el kankurang senegalés, para demostrar que se encuentran ya en capacidad de enfrentar los problemas de la adultez, incluso hasta el de fundar una familia.
Para ello se requieren: el iniciado, un testigo y la oportunidad idónea.
Sostenemos la hipótesis de que el reciente y lamentable suceso de “Las Micheladas” (un negocio del malecón de La Paz) constituyó un caso de ritual de iniciación, en el cual el victimario se hallaba previamente preparado para enfrentar la experiencia y demostrar algo en cualquier momento.
Armado para tal fin, y ante el escenario adecuado, fue conducido por el testigo e incitador (y aquí puede citarse el principio de Derecho plus peccat auctor quam actor, o sea que tiene más culpa el instigador que el protagonista) para llevar a cabo el acto por el cual quedaría probado que el debutante era capaz de meter una bala (o las que fueren) a quien, por azares de las circunstancias, se convirtió en el involuntario objeto sacrificial.
Todo grupo por lo general tiene sus ceremonias iniciáticas y nadie se asusta demasiado por ellas, pero cuando se llega a la realización de actos de salvajismo y hasta el crimen, la situación cambia.
Un abogado me platicaba que en Ciudad Netzahualcóyotl, donde en alguna época desarrolló su trabajo profesional, fue invitado a presenciar el rito de ingreso de cierto adolescente a un grupo de maras salvatruchas (mexicanos), donde el aprendiz tuvo que someterse a una golpiza atroz , al cabo de la cual se le abrazó y le fue dada la bienvenida, por los mismos que lo atormentaron, mientras el chico se limpiaba la sangre que le brotó de los puñetazos y patadas. Tal vez algún secretario de gobierno pudiera ampliarnos la información sobre los símbolos de esta ritualidad.
En nuestro caso, un joven y prometedor profesional terminó sus días a manos de otro, quizá menos prometedor y menos profesional, por obra y gracia de la irresponsabilidad paterna y la casualidad, porque, si nos ajustamos a los términos de la prueba iniciática, el candidato hubiera cumplido el procedimiento de cualquier manera, y hubiese cumplido su tarea victimando a quien fuere, con tal de entrar a su tropa por la puerta grande de la estulticia, como ocurrió.
Ello significa que nadie, de la comunidad social a que corresponde este tipo de grupos juveniles, está a salvo de ser inmolado si se le ocurre atravesarse en el camino de sus ceremonias y estériles búsquedas de legitimación.
El resto del asunto entra en la historia de las cosas que pasan en el submundo de la corrupción policiaca, ministerial y judicial, que es más enmarañada aún.

em_coronado@yahoo.com

HISTORIA


EL CAIMANCITO

“Mientras sale la luna
y se duerme La Paz,
se refleja en sus aguas
la Casa Presidencial...”
Chayito Morales (Tierra guaycura)


En un artículo publicado en la Revista de Economía Baja California Sur (núm. 69, La Paz, mayo de 1952), que don Prisciliano Díaz Bonilla fundó y dirigió por varios años, José Infante decía que “cuando Olachea llegó al gobierno [1946], lo que es hoy el precioso malecón... era sólo un arenal, en cuya prolongación se construye actualmente una carretera pavimentada que llega, por la orilla del mar, hasta la hermosa residencia de los presidentes.”
Agregó que el proyecto de construir dicha “preciosa finca provocó las críticas de algunos elementos, de este tipo de gentes retardatarias que no son capaces de ver más allá de su nariz, pero la obra se hizo. Se trata de algo único en el país, porque es en el Territorio Sur la única entidad donde existe una casa destinada exclusivamente para el descanso y recogimiento de quien, en el más alto puesto de la nación, represente a la patria.”
Y detalla: “Consta de dos pisos, con muy amplias habitaciones y terrazas, todos los servicios y gran comodidad en general, hecha, además, solamente con materiales de la región y por obreros de La Paz.”
“La visión del general Olachea se demuestra aguda con esta realización, ya que cada presidente que vaya a gozar de las bellezas del hermosísimo sitio de la bahía de La Paz escogido para el asiento de esta residencia, necesariamente tiene que tomar benéficas resoluciones en cuanto a todos aquellos problemas de la entidad, favoreciendo su situación.”
“Por lo mismo, aquellos que antes criticaban la obra y la idea de Olachea, hoy se felicitan del tal acontecimiento, pues cuando el señor presidente Alemán estuvo a pasar una temporada de descanso, no fueron pocos los beneficios, que montaron a elevadas cifras, que obtuvo el Territorio en consonancia con su visita.”
Conocida desde su creación como Casa Presidencial, Residencia Oficial o Casa de Trabajo, este edificio fue finalmente la casa del pueblo sudcaliforniano, donde se tomaron muchas de las más importantes decisiones para Baja California Sur, hasta 1999 en que la sobria mansión comenzó a ser usada en actividades de menor rango que devinieron saqueo de sus bienes y total abandono, como pude constatar en una visita reciente, once años después, para tomar la fotografía que ilustra a la presente nota.

LIBRERÍA


Baja California. Reseña geográfica y estadística, por León Diguet, Librería de la Vda. de C. Bouret, París-México, 1912.

De notable valor documental es esta obra, publicada como parte de la serie La República Mexicana, y que se refiere, de manera amplia e interesante, a la península bajacaliforniana, dividida políticamente a la sazón en los distritos norte y sur.
Diguet fue contratado en 1889 por el Boleo para ocupar el puesto de ingeniero químico, pero durante su permanencia en Santa Rosalía (BCS) investigó al mismo tiempo sobre asuntos zoológicos, botánicos, etnográficos y arqueológicos de la región. En su partida tres años después llevó a su país algunas colecciones que depositó en el Museo Nacional de Historia Natural, de París, así como la vasta información que de inmediato comenzó a publicar.
Dicho importante trabajo ofrece datos valiosos acerca de la situación, superficie, límites, época del descubrimiento y origen de la palabra California.
Orografía, geología, hidrografía, litoral, bahías, islas del oceano Pacífico y del mar de Cortés. Climatología: generalidades, zonas climatéricas, régimen de los vientos, ciclones, calmas, lluvias, brumas, rocíos, nieblas y temperaturas, fauna y flora.
Noticia histórica: razas indígenas, primeros habitantes y proceso colonizador. División política, población actual (primer decenio del siglo XX), villas y aldeas principales.
Distritos norte y sur, pesquería del golfo de California: peces, cetáceos, focas, nutrias, perlas, cultura del nácar y repartición geográfica de los yacimientos perleros.
Industria minera: real de San Antonio, el Boleo, minas del distrito norte.
Agricultura: cría de ganado, explotación de vegetales indígenas, salinas, yeso, guano. Caminos y vías de comunicación.
Consta de 40 páginas, bibliografía de 86 títulos, 59 ilustraciones y siete mapas.
Una nueva edición llevó a cabo en 2009 el gobierno de Baja California, con ameno prólogo de Federico Campbell y amplio estudio introductorio de Miguel Olmos, donde obtuvimos noticia de que el científico francés publicó 17 estudios sobre diversos temas relativos a la península de Baja California, de 1893 a 1919, de los cuales el que comentamos ocupa el penúltimo lugar.