ESCENARIOS DESEABLES


Ya va siendo hora (a poco tiempo de celebrar las exequias del presente sexenio estatal) de que los sudcalifornianos empecemos a preguntarnos cuáles son los escenarios deseables para el porvenir cercano y remoto de Baja California Sur, y cuáles las características imprescindibles de su nueva administración ejecutiva (y consecuentemente judicial), legislativa y municipal.
Requerimos, sí, un nuevo gobierno que continúe pavimentando calles y esas cosas que son la obra pública, pero que no es -contrariamente a lo que buena parte de los políticos empíricos piensan- la más alta función de un régimen.
Nos urge, antes que nada, un nuevo gobierno (en el ámbito de los tres poderes) con capacidad de convocatoria a la reconciliación y la unificación de esta sociedad.
Requerimos un nuevo gobierno capaz de entender que gobernar es algo más que gastar los fondos del erario y publicitarlo como si se tratase de la aplicación del dinero propio, sino incrementarlos mediante una sana promoción, una decidida gestoría dentro y fuera de la entidad y el país.
Exigimos un nuevo gobierno que cumpla el mandato popular con imaginación, humanismo y respeto a la cultura, porque incentivar, provocar y alentar la creación cultural es también deber del gobierno, no una gracia. Total, el artista y el intelectual producen de todos modos, con o sin ayuda de la administración pública, que a veces, sí, impide que sus beneficios se generen con fluidez porque escamotea los recursos presupuestarios que está obligada constitucionalmente a proporcionar, por atender otras líneas que percibe más rentables clientelarmente, o recompensa los empeños con indiferencia, cuando no con desprecio. Que el respeto a la inteligencia sea, pues, uno de sus primeros deberes.
Precisamos que quienes se hallen próximamente en la cúspide de las decisiones para la vida colectiva puedan creer que su misión más elevada es lograr el mayor bienestar de todos y de cada uno de sus gobernados, con crecimiento y desarrollo, apertura continua de oportunidades de mejoramiento, tolerancia, acrecentamiento del patrimonio familiar y social, que al fin y al cabo constituyen realizaciones tangibles y valores de mayor jerarquía que otros que de tan manoseados e incumplidos sólo tienen significación en el “politiqués” (lengua particular de los políticos), pero no para la gente.
Reclamamos un nuevo gobierno que no piense tanto en las próximas elecciones como en las próximas generaciones. Aún no son totalmente irreversibles muchos daños causados por el rencor, la miopía, la trivialidad, la ambición malsana y la indolencia.
Pedimos un nuevo gobierno que posea entusiasmo, alegría y optimismo de servir, que sienta el poder como oportunidad de realizar en la modernidad los viejos y nuevos sueños de este pueblo. Pedimos un nuevo gobierno que quiera a sus gobernados, que los trate bien y así los haga trabajar por el bien individual y común. Pedimos un próximo gobierno que ayude a cicatrizar heridas y que, sin borrones ni cuentas nuevas, asegure la aplicación de una justicia exenta de proclividades personales; que, en fin, sea el motor de un nuevo impulso, coordine los nuevos afanes y se convierta, con toda legitimidad, en el verdadero líder de los sudcalifornianos.
¿Es mucho pedir?

em_coronado@yahoo.com