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Delle Navigationi et viaggi [De las navegaciones y viajes], por Giambattista Ramusio, 3 vols., Venecia, 1565.

Francisco Preciado acompañó como piloto a Francisco de Ulloa en su navegación a California en 1539 por encargo de Hernán Cortés, y de ese viaje produjo para la historia lo que se conoce como su “relación”, especie de recuento a la par que testimonio de acontecimientos dignos de recordación.
Entre otros asuntos igualmente relevantes de esa crónica sobresale el hecho de que en ella aparece en tres ocasiones la denominación de “California”, lo que parece ser la más antigua designación en referencia a la península.
Nadie ha visto el documento original, pero se conserva merced a que fue transcrito en italiano por Ramusio. En 1660 lo dio a conocer en su idioma el inglés Richard Hakluyt, en 1994 lo editó Luis Navarro García en España, y al año siguiente lo publicó en México Julio César Montané Martí, con traducción de Ramón Miranda Camou.
La edición más reciente fue debida al mismo Montané Martí junto con Carlos Lazcano Sahagún en la colección Navegantes de la California, número 3, Ensenada, B. C., 2008.
La siguiente es la cita textual de las menciones aludidas:
“Continuábamos nuestro recorrido hasta los diez del dicho mes de noviembre [1539]... y cuanto más avanzábamos siempre encontrábamos tierras más deleitables y hermosas tanto por lo verdeante como por mostrar algunas llanuras y valles de ríos [arroyos] que descendían hacia abajo hacia tierra adentro, desde ciertas montañas y colinas de grandes selvas, pero no muy altas que se veían al interior de la tierra.”
“Aquí nos encontramos a 54 leguas de distancia de la California...”, es decir de cabo San Lucas, ya que se encontraban en la bahía de La Paz.”
Esta referencia es quizá la aplicación más remota del topónimo California para nuestra península. La segunda: “De este modo se fue junto con los otros al lugar del agua donde así poco a poco se reunieron más de cien de ellos, todos en orden y con algunos bastones con las cuerdas para lanzar y con sus arcos y sus flechas y todos pintados. En tanto vino el intérprete chichimeca de la isla California...”
La tercera: “El capitán [Ulloa] ordenó que nuestro indio chichimeca les hablase, pero nunca se entendieron de modo que sostenemos firmemente que no entendiese el lenguaje de la isla California...”
California es, entonces, nombre mítico, mágico y literario que tenemos el agrado y deber de preservar como parte del patrimonio histórico de esta parte de México y sus habitantes.