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POR SUS FRUTOS...

A la vista del próximo proceso electoral en esta tierra, pueden ser apropiadas guías para orientar los sufragios ciudadanos, sentencias antiquísimas como aquellas que aseguran que “por sus frutos los conoceréis” y “obras son amores y no buenas razones”.
Es decir que, más que entusiasmarnos por sus ofrecimientos para el futuro (que las más de las veces quedan en el arcón de las promesas incumplidas, según dicta la experiencia) será pertinente saber, de modo previo al momento de votar, quiénes fueron y qué hicieron, antes de ser candidatos a ocupar los puestos públicos, los que pretenden dirigir la vida de nuestro estado.
El porvenir es incierto porque se halla apenas esbozado como cúmulo de simples intenciones que se expresan, con más o menos desparpajo, en el fervor de las campañas.
Dicen lo que sabemos de antemano que van a decir, lleno de lugares comunes y fórmulas del discurso político al cual ni siquiera tienen la gracia de añadirle alguna novedad, alguna frase ingeniosa, alguna propuesta valiosa, algo que aporte un mínimo ingrediente a la teoría política y a la historia de las ideologías.
Y también resulta diáfano que el paraíso que ofrecen para Baja California Sur desde el primer día de las próximas administraciones municipales, estatal y congresal, en la mayoría de los casos es sólo espejismo para forzar convenientemente la dirección del voto.
El pasado puede engañarnos en menor medida:
Las biografías, así sean recientes, nos dicen qué hicieron, qué dejaron de hacer, de quiénes se rodearon, cómo condujeron su vida pública y privada, etc., quienes pretenden tener a su cargo el desarrollo regional.
Lo que puede proponerse, por tanto, es que los ciudadanos conozcamos los antecedentes de cada candidato, lo que ha hecho, sin fijarnos tanto en lo que dice que hará, pues lo que ha sido continuará siéndolo aún en su nuevo cargo. Dejemos de hacernos ilusiones: las personas siguen siendo las mismas en el usufructo del poder... Y a veces peores.
Hablamos entonces, de que, al margen de las peroratas preñadas de ardientes ofertas de sacrificios por el bien sudcaliforniano, los sufragantes pensemos en la biografía de cada aspirante como su verdadero, indudable y seguro proyecto de gobierno.
No dejemos, pues, que nos vean la cara de ingenuos; los cándidos debieran ser ellos, los candidatos (del latín candidatus: cándido).
Cada vez que los pretendientes a un puesto público digan lo que van a hacer, pues, tomemos más en cuenta lo que realmente hicieron.
Tenemos la incuestionable opción de elegir a los mejores, con cuidado y responsabilidad porque a todos nos va el presente y el porvenir en ello.
Y recordemos que entre cada político que miente y la sociedad que lo hace suponer que le cree, hay cierta complicidad vergonzante.

em_coronado@yahoo.com