HISTORIA


EL PILÓN

El “pilón”, grato elemento de la tradición nacional, tiene en su forma más pura hondas raíces en Sudcalifornia.
Pilón es el nombre que en el diccionario se define a lo que conocemos como panocha, cuya acepción es la de “pan de azúcar refinada, de figura cónica”, y al que se da también el diminutivo piloncillo.
El pilón, pues, fue al principio uno de estos dulces (que en gran parte producían los trapiches de Todos Santos, existentes ahí desde la época misional, aunque los hay asimismo en otras partes del estado) o fragmentos de ellos, que el comerciante obsequiaba a los jefes del departamento de compras de la familia, o sea los chamacos que hacíamos los “mandados”.
Era una especie de comisión con que el tendero correspondía al hecho de que prefiriéramos su negocio y no otro para hacer las adquisiciones domésticas.
Así que íbamos a donde daban más pilón, claro.
Se trataba, digámoslo de una vez, de una forma de ingenuo soborno, de una amable “mordida” que el empresario mismo o su “dependiente” nos regalaban siempre con una sonrisa de afectuosa complicidad, y que recibíamos con el mayor placer.
El cohecho tenía igualmente derivaciones a otras golosinas, entre ellas “zurrapas” de pan de dulce (especialmente conchitas, expertas en hacerse desprender el azúcar del lomo), dulces regionales o de fábrica, galletas marías o de animalitos, en fin, lo que estaba a la mano del comerciante y que el apetito pernnemente alerta del comprador consumía de inmediato. Nada de andar guardando el pilón para después canjearlo por otras cosas. De inmediato.
Puede verse todavía esta deliciosa transacción (de donde deriva el nefasto apócope“transa”) en dueños de “abarrotes” que insisten en conservar la costumbre por sus innegables bondades para el negocio, así como en vendedores de mercado que agregan al conjunto de artículos adquiridos por la señora, un ramito de cilantro o hierbabuena, alguna naranja o quizá un tomate... Nada que desequilibre las finanzas del expendio pero que comprometa a la cliente a volver.
Una sana costrumbre, podría decirse.